Sería la única librería en el pueblo costero. Ella había trabajado con libros y está segura de que podrá hacer de su negocio algo exitoso, así que no le importa invertir sus ahorros y abrirla en una casa abandonada llamada Old House, llena de humedad, y además con un rapper (presencia que tira cosas y descompone el baño).
Pero no todo será tan sencillo como solo meter en cintura al rapper y controlar la humedad. La señora Gamart, esposa de un genreal de la RAF, quería Old House para otros asuntos y comienza a resentir que Florence haya comprado el lugar (aunque estando en un pueblo tan pequeño donde todos saben los ires y venires de los demás, Florence no se expica por qué no lo compró antes si sabía que ella estaba interesada en la propiedad). Y su librería también comienza a pisarle los callos a la señora Gamart, una dama de la alta sociedad que se cree con el derecho a regir lo que la ciudad necesita.
Hace una maravilloso trabajo con sus personajes, a quienes podemos conocer con apenas pocos diálogos y escenas, que muestran una clase alta que no está acostumbrada a que no se sigan sus deseos, que tengan que democráticamente esperar su lugar para leer un libro (pues además de librería tiene algunos libros en préstamo), en fin, que deban mostrarse corteses y prudentes. Muestra la envidia de otros propietarios de negocios, la poca apertura que había hacia lo nuevo. Encuentra dos aliados: su ayudante en la librería y el señor Brundish.
El final no es el que a mi me habría gustado, pero supongo que es más real que el que yo deseaba. Tendrán que leerlo para enterarse de ese final.
Se publicó en 1978, cuando Penelope contaba ya con 61 años. Durante unos años había trabajado en una librería en Shouthworld, Suffolk, así que seguramente de ahí viene la inspiración para esta obra. Ese año esta obra fue finalista del Booker Prize, que ganaría otro año, con el libro A la deriva.