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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Leer con humor: Jardiel Poncela, Orejudo, «Los plagiaristas», Frayn y los Mortimer

El humor y los humores suelen derramarse juntos en los momentos más graves: la risa tonta en los entierros junto a la bilis que amarga la boca del estómago, ambas fruto de la desolación; la sonrisa helada con que recibimos la enésima mala noticia, en plan “venga va, una más, a ver si puedes superarte”, en una apelación al destino sordo que puede que ni exista; la vuelta al trabajo en septiembre con la risa floja aún en la garganta, porque en el primer tren de la mañana ibas leyendo a Jardiel Poncela o a John Mortimer.

Después de una firme admonición contra su recurso en tiempos de sequía creativa, Rainer Maria Rilke nos dejaba ver un pequeño resquicio en su profunda gravedad y admitía el uso de la ironía como “un medio más para captar la vida”, en sus Cartas a un joven poeta de 1929. Gracias, Rainer.

El humor y los humores suelen derramarse juntos en los momentos más graves: la risa tonta en los entierros junto a la bilis que amarga la boca del estómago, ambas fruto de la desolación; la sonrisa helada con que recibimos la enésima mala noticia, en plan “venga va, una más, a ver si puedes superarte”, en una apelación al destino sordo que puede que ni exista; la vuelta al trabajo en septiembre con la risa floja aún en la garganta, porque en el primer tren de la mañana ibas leyendo a Jardiel Poncela o a John Mortimer.

Quédense con esta última imagen, sobre ella vamos a construir la última de las tandas recomendatorias del verano 2018, la que se encabalga entre las vacaciones estándar (de aquí quedan fuera todos aquellos que las disfrutan cuando les viene en la real o republicana gana) y la vuelta a la normalidad, como si este concepto de normalidad no fuera “La Gran Broma”.

Como si de una escala Scoville del humor se tratara, vamos a puntuar de 0 A 5 el grado de comicidad, ironía, sarcasmo y sátira, siendo el grado 5 la comicidad casi pura, la que persigue la sorpresa y la carcajada del lector, 4 la comicidad con un punto de parafernalia paródica, a la manera de la sátira; 3 el punto medio que engloba todo: comicidad, ironía y sátira; 2, la ironía despechada; 1, el sarcasmo en forma de ceja alzada permanentemente; 0, la sosa cáustica.

Como prueba de toque a esta escala del humor literario, elijamos seis recomendaciones lectoras para pasar el trago de “La Gran Broma”.

Para el final, last but not least, otra de las delicias de Impedimenta. Me avisaron, “pero el libro de Mortimer (Penelope) no es de humor”, a pesar de que comparte el apellido con John, el de Rumpole, porque estuvieron casados desde 1949 hasta 1971, con un buen puñado de relaciones extramatrimoniales por enmedio, de ambos cónyuges. Penelope Mortimer (Rhyl, 1918- Londres, 1999), Fletcher de soltera, Mortimer desde su boda de 1949 con el reconocido mujeriego abogado y escritor John Mortimer, Mortimer para siempre a pesar de su separación de 1971, madre de seis hijos de cuatro padres diferentes, aprovechó todo ese material en forma de cicatrices, su paso por el psicoanálisis y los tratamientos electroconvulsivos, para escribir tres novelas como tres sacos de sosa cáustica para deshacer cadáveres: The Bright Prison (1956), El devorador de calabazas (1962), ya publicada por Impedimenta, y la que ahora nos ocupa, Papá se ha ido de caza (1958), disponible desde abril de 2018 en traducción de Alicia Frieyro.

“El pueblo, cualquier domingo por la mañana, está muerto. Ninguna carretera lo atraviesa. No hay trabajo que hacer. El pueblo yace sofocado en este valle desde hace quinientos años. Produce jardineros y mujeres de la limpieza para el Common, mano de obra labriega para la finca Rackworth”, y Ruth Whiting se ahoga en ese mundo de esposas que se quedan en casa a regañadientes, lidiando con el matrimonio, el aborto y el aislamiento, en busca de la Nueva Mujer. Grado 0 de la EEH para Penelope Mortimer, equivalente al Carolina Reaper de las guindillas y sus 2’2 millones de capsaicina en la Escala Scoville, capsaicina pura. En el caso de Mortimer, sosa cáustica pura en la Escala Escobilla del Humor.

Eduard Aguilar