En las lecturas de este mes no hay muchas heroínas, ni tampoco cuentos de hadas, pero sí mujeres que escriben, ya sea ficción, autoficción o biografía, deseando, no, mejor dicho, reivindicando, como diría Carter, su parte del pasado para revisarlo bajo su propio punto de vista y así recibir su parte del futuro, tomando las riendas de una vida construida a base de muchos errores y muchos aciertos, todos ellos suyos. Y son estas mujeres, tan reales y sensibles, las que pasan, tras ser leídas, a nuestro propio imaginario para que así podamos exigir también nuestra cuota de pasado y, por supuesto, de futuro. Y estas son mis «heroínas», entendidas por mujeres que luchan por (sobre)vivir de noviembre:
4. Cuentos de Hadas. Angela Carker. Estos cuentos no son para dormir. Son para despertar. En estos cuentos no aparecen hadas. Aparecen brujas. Y mujeres valientes. Muchas mujeres valientes que cuentan con sus propios recursos para romper las cerraduras de las puertas de su celda, para engañar al monstruo que quiere devorarlas, para sortear la crueldad de los hombres hermosos, los reyes avaros y las madrastras psicópatas que la vida les ha puesto en el camino. En esto radica la diferencia y la belleza de este libro en el que Angela estuvo trabajando hasta su muerte, incluso en la cama del hospital. Ella sentía que nos lo debía y de ahí el mimo con el que se dedicó a recopilar cuentos de todos los países y pueblos (desde los Inuit hasta los Swahili, pasando por Egipto, Rusia y Japón), despojándolos del discurso misógino de los cuentistas del siglo XIX para regresar a la voz original, conformada en su mayoría por mujeres que narraban historias para entretener y educar a la luz de la lumbre hilando la rueca o contemplando las estrellas. Un libro para regalar y para regalarse; para disfrutar; para depositar en nuestra mesita y leer antes de dormir y soñar con cómo despertar.