A falta de Nobel de Literatura, la Nueva Academia impulsada por la periodista greco sueca Alexandra Pascalidou reconocía en octubre a la escritora guadalupeña Maryse Condé (1937) con un premio de nuevo cuño que enseguida ha sido bautizado como Nobel alternativo. Así figura en la faja con que Impedimenta nos trae el primero de los títulos que editará de la autora antillana. Corazón que ríe, corazón que llora aparece en España veinte años después de su publicación en Francia, y es la «mejor puerta de entrada al universo condeano» a juicio de Martha Asunción Alonso. La poeta española, premio Adonáis, Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández, entre otros, se doctoró en Filología Francesa con una tesis sobre la obra de Maryse Condé. Es, pues, la introductora y traductora ideal de esta veterana autora. Corazón que ríe, corazón que llora es una colección de cuentos que miran a su niñez antillana desde su mismo nacimiento como la menor de los ocho hijos de una familia de la floreciente burguesía de Pointe-à-Pitre. Las lagunas de la memoria se compensan con una imaginación expresada con un lenguaje exuberante, preñado de oralidad y de criollismos con que Condé pellizca cariñosamente el idioma metropolitano, y que Alonso sirve al lector con esmero y alguna nota explicativa. Anuncia Impedimenta que próximamente publicará Desirada (1997), reescritura en clave caribeña de Cumbres borrascosas. Una de tantas novelas de Condé marcadas por el estigma de la esclavitud, del colonialismo, plagadas todas de «mujeres-junco» —que como diría el Dúo Dinámico se doblan pero siempre siguen en pie—, término acuñado en esta ocasión por el poeta Daniel Maximin para definir los personajes femeninos de Condé y que se ajusta también a su apasionante vida entre Guadalupe, Francia, África y Estados Unidos.