La obra toca puntos muy interesantes, aunque no profundice en ellos, pero lo hace de forma cercana, honesta, amena, divertida en ocasiones y triste en otras.
Condé nos cuenta cómo fue crecer en el seno de una familia acomodada, orgullosos de formar parte de una comuna francesa, aún lo es, en una casa en la que estaba prohibido hablar criollo y solo se podía hablar en francés, con unos padres que añoraban París en la distancia y por eso motivo pasaban largas temporadas en la capital del país. Nuestra autora creció en un hogar en el que se veneraba su herencia francesa pero no sus raíces criollas.
Cómo fue para una niña pequeña tomar conciencia de su identidad como persona de raza negra. No fue en su ciudad natal sino en su primer viaje a París. Ahí el color de su piel ya importaba y la definía y pudo ver cómo sus padres también recibían un trato diferente al de casa, donde debido a su posición social siempre fueron tratados con respeto y deferencia. Este episodio también le hizo darse cuenta que aunque compartían ciertos espacios con los blancos en La Pointe, jamás se mezclaban. Vivían juntos en la misma ciudad pero no convivían.
La difícil relación con su madre. Maryse fue la menor de ocho hermanos y llegó al mundo cuando ya nadie la esperaba. Revoltosa, rebelde y con una sinceridad sin filtró, le costó adaptare a la disciplina de su hogar, chocando especialmente con ella. Una persona distante, que no dejaba ver sus emociones. La relación con sus hermanos, mayores que ella, los hizo alejarse también cada vez más, a excepción de su hermano Sandrino, su mayor apoyo y su guía pero la vida se lo arrebató demasiado pronto. Al igual que ocurrió con su madre, quedando un vacío en el corazón de Maryse imposible de llenar.
Y finalmente, en su juventud en París, perdida, empezando distintos estudios sin que ningún objetivo o plan de vida termine de convencerla llegó el despertar de la conciencia política en la universidad y sus primeros pasos en la escritura.
He disfrutado recorriendo con Maryse Condé los recovecos de su infancia y me gustaría seguir leyendo otros libros de la autora que se crucen en mi camino.
Mención especial quiero hacer a la edición de Impedimenta. No solo cuidada sino además preciosa. Sobrecubierta y portada del libro me han enamorado. Se agradece el trabajo bien hecho.