cabecera 1080x140

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Los cuentos me parecen terroríficos y perturbadores, y por eso me gustan»

La ilustradora catalana recoge el viernes el reconocimiento que las librerías de Navarra han otorgado a «Los Liszt» la historia escrita por la canadiense Kyo Maclear sobre una familia que hacía listas que Sarda ha ilustrado: lo consideran el mejor libro ilustrado en 2018.

Su padre siempre le aconsejó hacer lo que quisiera y trabajar mucho. Él es el pintor catalán Jordi Sarda Valls. Ella, la ilustradora de 31 años Júlia Sarda Portabella. «Es un pintor al que admiro muchísimo. Me he criado con él, en su estudio, con su pintura, y a parte de la sensibilidad y el universo poético, importantes con un trabajo creativo, de él he aprendido concentración, disciplina, perseverancia… que deben acompañar y que son muy complicadas si no estás acostumbrada». Sarda habla de su padre antes de su visita a Pamplona, ya que la Asociación de Librerías de Navarra Diego de Haro reconoce el viernes Los Liszt (Impedimenta), el libro que hailustrado a partir dela historia de una familia que hacía listas: Mamá Liszt, de enfermedades y de los mejores futbolistas; Papá Liszt, de tareas terribles y de insectos alados; el hijo pequeño, de
cosas divertidas; la hermana mayor, de los diez mejores, y el mediano, listas “para aplacar el torbellino de pensamientos que le asaltaban durante sus noches en vela». Y llegó un visitante que no aparecía en las listas de nadie…

Durante años observó minuciosamente el trabajo de su padre. ¿Ha influido en que sus ilustraciones sean tan detalladas?

No lo sé, tal vez. Pero sí es verdad que de pequeña siempre me gustaron los libros con mucha información, con la que te pudieras perder entre esas páginas, los libros largos, cuanto más mejor, y con muchos dibujos muy detallados para poder mirarlos horas y horas. En este sentido, creo que simplemente estoy intentado reproducir lo que me gustaba encontrar y me sigue gustando.

¿Su libro preferido de entonces?

[ríe] El de toda la vida es Ronya, de Astrid Lindgren, creadora de Pippi Lángstrump y tantos otros libros increíbles. Es una historia preciosa, la de la hija de un ladrón que vive en un bosque: ella se empieza a hacer mayor y comienza a entender de dónde viene el dinero de su padre, al que siempre había visto como un héroe.

De Los Liszt también ha dicho que es uno de sus preferidos por cómo disfrutó trabajándolo.

Tengo mucho cariño a este libro. Kyo Maclear [la autora] y yo no nos hemos visto nunca. Ella vive en Toronto, Canadá. Cuando leí su libro, intuitivamente planteé una estructura que con el tiempo me di cuenta de que no estaba mal. Creo que supe entender la naturaleza cíclica del cuento, subrayar las partes interesantes… y tomé bastantes referencias cinematográficas porque se prestaba a ello. Acabé entendiendo la intención de Kyo, algo que no siempre pasa —el autor tiene una idea, el ilustrador lo ve de otra manera, en otro país, en otro contexto, y la fuerza se dispersa, se pierde y queda algo descafeinado—. Cuando ella lo vio y me dijo que estaba yendo perfecto, sentí que estábamos uniendo esfuerzos en la misma dirección y que sacábamos el proyecto adelante con más fuerza aún.

De las ilustraciones de Los Liszt se ha escrito: «Regusto vintage que mezcla lo decimonónico inglés con una estética centroeuropea de fin de siécle que recuerda a Gustav Klimt y a películas de Wes Anderson, aderezado con toques góticos, atmósferas apagadas, ambientes misteriosos y una cálida paleta de color otoñal».

[ríe] ¡Vaya! Creo que yo no me doy cuenta de todo eso. Lo que sé es que intento poner siempre todo lo que me gusta. Tengo una especie de horror vacui [miedo al vacío] y me cuesta mucho seleccionar. Por eso acaboteniendo siempre este abarrotamiento de estímulos. Admiro a quienes trabajan con poco, quienes hacen trabajos sencillos, conceptuales, porque para mies imposible. Para la editorial, este libro «divertirá a los más pequeños y fascinará a los más adultos». ¿La ilustración infantil no tiene edad? Creo que tenemos la suerte de que los libros ilustrados han acabado convirtiéndose con el tiempo en un objeto apreciado por pequeños y grandes. Hay muy buenos productos que, a parte de la función que puedan tener más práctica de entretener y enseñar a los niños, se han convertido en un objeto de valor en sí mismo que vale la pena apreciar, coleccionar o lo que quieras.

¿Qué le gustó de esta historia?

La idea del niño y del personaje nuevo, extraño, imprevisto, que se sale de lo que la familia tiene calculado para su día y que lleva preguntas y dudas absurdas y existencialistas, sin respuesta. Está la parte de «si eres cuadrado y solo estás abierto a lo que crees que debe pasar, te vas a perder mucho de la vida», pero también la existencialista, la que encarna un señor rarísimo, que solo observa, que es lo desconocido. Y lo desconocido no lo entiendes: es raro, absurdo, ridículo, surrealista, aterrador, atreviéndote a dejar entrar en tu vida las cosas que no conoces. Y me gusta que conecte con el niño y que los dos se den cuenta de que están en la misma línea y de que no les preocupa no coleccionar listas, clasificar, etiquetar, sino por qué necesitan etiquetarlo todo.

¿Cómo entiende la ilustración infantil?

Tengo un poco de conflicto con la categoría infantil: me gusta dibujar solo lo que me da la gana, y a veces choco un poco con esto porque me hacen hacer cosas que para ellos (editores, ventas…) son infantiles pero no para mí. Siempre he dibujado para mí y por eso no tengo la sensación de estar dedicándome a un público equis. Pero cuando se ponen en plan protectores edulcorados, con la idea de que el resultado debe ser amable, simpático, siento que me hacen tener una voz que no es la mía. Los cuentos siempre me han parecido terroríficos y llenos de elementos perturbadores, y por me han gustado. La necesidad de todo es hacer para crecer, enfrentar y transitar esas sensaciones. Por eso no acabo de entender esa tendencia. Las ilustraciones infantiles tienen que ser geniales, que te quedes mirándolas, que te planteen preguntas o te enseñen otra visión de las cosas que no habías pensado.

¿Las ilustraciones de los cuentos eran antes solo acompañamiento y ahora podrían ser independientes?

Totalmente. Las antiguas eran literales y ahora hay muchas maneras de hacer, muchos formatos de cuento, y en ese sentido es genial porque a cuantas más cosas diferentes podamos acceder, mejor. No defiendo unos por encima de otros, pero unos tratan más de darte la mano y sumirte en una especie de sueño en el que te dejas llevar a un sitio donde pasan cosas diferentes, con reglas diferentes, la estructura de los cuentos de hadas antiguos. Y ahora hay muchas formas de estimular la imaginación, con cuentos que son solo una acción que se repite mil veces con variaciones, o listas de cosas relacionadas con las estaciones, o animales con medio cuerpo para que los completes…

¿Siguen siendo moralistas?

Está lleno de cuentos moralistas. Está bien que los cuentos expliquen cosas que sirvan de ejemplo para tener opciones de cómo vivir la vida o valorar encrucijadas. Pero para mí la función de los cuentos es entretener y hacerte imaginar cosas locas que no imaginarías nunca. De pequeña
me gustaban los que me abrían puertas a sitios privados para mí sola donde podía hacer lo que quisiera. Me parecía increíble y
maravilloso, y me aburría de lo que veía en la realidad.

Laura Puy Muguiro