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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Y esa casa narradora, esa casa que es un personaje más de la historia te va manipulando como lector, te va contando solo lo que ella quiere y cuando quiere.

En ese momento, comprendí que mi venerable fundador no me había considerado nunca como el hogar familiar. Que yo nunca había sido para él más que una granja. Un trastero. Un almacén. Un banco. Una caja registradora. Una vulgar hucha. Que era inútil seguir alimentando la ilusión de que ese padre desnaturalizado se ocuparía algún día de mí. (Página 208)

La historia de esta casa tan manipuladora, La cámara verde, sirvió ayer jueves para cerrar nuestro club de lectura de este curso 2018-2019. La mayoría habíamos disfrutado mucho con el humor negro de la novela.

La estructura es una de las cosas que más valoramos, con continuos flashbacks que te llevan del presente al pasado; elipsis (sabes que lo ha matado, lo deduces aunque no lo ves), cartas, diarios, diálogos, etc.

La personificación (la casa convertida en un personaje más que siente, huele, etc.) está muy lograda con expresiones buscadas, fantástica la traducción: Por mucho que me devane el granero. (Página 141)

Utiliza muchos diálogos, son como escenas teatrales muy bien construidas, eso le da mucha viveza a la novela, es como si estuviéramos viendo a los personajes actuar sobre un escenario. El estilo de Martine Desjardins es muy depurado, escribe fantásticamente bien y tiene un sentido del humor maravilloso. Algunas frases como perlas:

Estelle entra en unos de esos estados de cólera latente que presagian la peor de las tormentas (Página 115) / Nunca es demasiado pronto para inculcar a nuestros hijos el sentido del ahorro (pág. 48) / En un banco se entra como se entra en una iglesia (Prosper, pág. 47) / Enterramos a Louise con poca pompa (pág. 211. Todo el párrafo es de traca)

Disfrutamos un montón analizando todos los matices de la novela, y nos despedimos hasta octubre que volveremos con nuevos bríos.