Pero… ¿Cómo se crean los cuentos? Con esta pregunta, que muchos escritores se hacen, aunque «la mayoría evitan contestarla» –quizá por que no saben la respuesta–, comienza Dubravka Ugrešić. Un cuento sobre cómo se crean los cuentos, el primero de los relatos que vertebran Zorro (Impedimenta). Con él, arranca un libro a medio camino entre la ficción, la autobiografía, la literatura comparada y el anecdotario literario. Nacida en 1949 en Kutina, en un pueblecito cercano a Zagreb, Ugrešić se convirtió durante la guerra de los Balcanes en una voz disonante tras criticar tanto el nacionalismo serbio como el croata. Y, tras exiliarse en el año 1993, ha abordado en numerosas ocasiones el trauma del conflicto en la antigua Yugoslavia. También en esta ocasión la guerra se cuela en el trasfondo del relato, con referencias al enfrentamiento con compatriotas que la siguen considerando una traidora –y con los que terminará coincidiendo en un viaje cultural como invitada en varios foros en distintas ciudades italianas–, o reflexiones sobre la deriva del país y el exilio interior, el que se produce sin traspasar fronteras. Pero, por encima de todo ello, prevalece la Ugrešić escritora. Especialista en Literatura Comparada y Literatura Rusa por la Universidad de Zagreb, la autora indaga en los distintos mecanismos de la creación literaria, en las experiencias y las lecturas que la alimentan, y en los secretos de las biografías de autores como Pilniak, Nabokov y Tanizaki. De su mano, y en búsqueda de respuesta a su pregunta esencial sobre cómo se inician los cuentos, la autora viajará desde Japón hasta Estados Unidos, pasando por países como Rusia, Italia y Croacia.
Vivencias personales y notas biográficas se mezclan así en un relato que tiene al zorro como hilo conductor. Astucia, habilidad, adulación, engaño, mentira, hipocresía, codicia y seducción son algunas de las cualidades que se asocian al zorro «en casi todas las tradiciones mitológico-folclóricas», desde la nipona –donde es el mensajero de la deidad japonesa de la fertilidad y del arroz– hasta los indios y los esquimales.
Quizá por eso, recuerda la autora, Pilniak llegó a afirmar, categórico, que «el zorro es el dios de los escritores». Y lo es, en su opinión, porque «es el dios de la astucia y de la traición. Si el espíritu del zorro penetra en un hombre, la estirpe de este hombre está maldita». Una visita de Pilniak al templo del zorro en las montañas de «K» –Kobe, según él mismo revelaría más tarde– pone el germen de su Cuento sobre cómo se crean los cuentos, que sirve a Ugrešić de punto de partida para su propia reflexión sobre el tema. Tras su estela, y la del zorro, emprende la autora su propio viaje personal y literario.