Dubravka Ugrešić es una escritora nacida en el año 1949 en Kutina (Croacia). Este pueblecito cercano a Zagreb se encuentra a unos 2.300 kilómetros de Madrid. Tan lejos pero tan cerca. Y ¿cerca, por qué? Porque en sentido de experiencias vividas, es más cercano a nosotros de lo que parece, por tener en común el haber pasado una guerra civil como la que pasó España. La «nuestra» (y la suya) fue una guerra atroz entre hermanos. La guerra de los Balcanes fue más de carácter étnico, por el poder del territorio, pero al fin y al cabo una guerra es una guerra. «Fue una guerra civil, anormal, como todas las guerras. Nos obligaron a tomar partido por algo, aunque no quisiéramos. Tuvimos que aceptar las identidades que nos imponían, ésa fue la primera humillación», aseguró en 2003 en un artículo en el diario El País. «La segunda imposición fue que la gente debía aceptar la paranoia como forma de vida. Nos hicieron ver enemigos hasta en nuestras propias casas». «Nos forzaron a olvidarlo y nos prohibieron las cosas normales que habíamos hecho siempre, la destrucción no fue sólo material, fue mental y de manera constante», recuerda Ugrešić, que se tuvo que exiliar de su país en 1993 por motivos políticos.
En 1991, cuando estalló la guerra en la antigua Yugoslavia, Ugrešić adoptó una firme postura anibelicista, diseccionando críticamente el nacionalismo croata y serbio retrógrado, la estupidez y la criminalidad de la guerra, y en el proceso se convirtió en un objetivo para periodistas, políticos y políticos nacionalistas. Sometida al ostracismo público prolongado y al hostigamiento persistente de los medios, abandonó Croacia. Desde la fecha ha vivido y ejercido la docencia en diversos países, residiendo actualmente en Holanda.
En las últimas tres décadas, se ha establecido como una de las novelistas y ensayistas más significativas de Europa. Desde sus primeras incursiones posmodernistas, hasta sus cálculos elegíacos en la ficción y el ensayo sobre la desintegración de su patria yugoslava y la caída del muro de Berlín, hasta sus escritos más recientes sobre la cultura popular y literaria, su trabajo está marcado por una combinación de ironía, polémica y compasión.
Esta combinación de figura retórica, adjetivo y sentimiento, la podemos encontrar en su última novela-ensayo-biografía titulada Zorro (Impedimenta). Todo un hallazgo literario, por la fuerza que rezuma en cada una de sus palabras que recorren a modo de un rio en calma la belleza introspectiva de cada una de su páginas. Un libro que una vez empiezas a leer te atrapa por la sutileza y conocimiento que encuentras a lo largo de sus capítulos. En ellos, empieza a reflexionar y a compartir recuerdos inteligentes de alguien que ha vivido por y para las letras, además de intentar buscar y así poder encontrar esa vuelta a un hogar extraviado por la ignominiosa acción de una guerra.
Ugrešić, recurre al zorro como metáfora de vida y como metáfora de escritores que como apunta en su páginas nombrando a Boris Pilniak: «El zorro es el dios de la astucia y de la traición. Si el espíritu del zorro penetra en un hombre, la estirpe de este hombre está maldita. El zorro es el dios de los escritores». El zorro como encarnación mitológica del engaño, de la astucia de la traición, y según Pilniak para ser venerado como la divinidad del gremio de los escritores.
La autora invoca así al oficio de escritor/a de cuentos, al oficio de la escritura como creación de mundos paralelos en los que el ser humano se encuentra y forma parte: «¿Dónde se oculta el secreto de un cuento bien contado? ¿En el juego de luces y sombras, de lo encubierto y de lo descubierto, de lo expresado y de lo callado? ¿Cómo de grande es la participación del lector y de los estudiosos de la literatura en la creación de un cuento? A la dureza de esos escritores que no son best seller y sí notas al pie de página (…) Llueve sobre nosotros y nos cubre el polvo volcánico del olvido, nos entierra lentamente, cae en jirones una nieve gris que nunca se derretirá. Todos somos notas a pie de página, muchas de nosotras nunca tendrán la oportunidad de que las lean, todos estamos en una lucha constante y feroz por nuestra vida, por la pervivencia de la nota a pie de página, por quedar en la superficie antes de que, pese a todos nuestros esfuerzos, nos hundamos».
La búsqueda del hogar en un país devastado que con el transcurso de los años ha intentado remontar, y que como consecuencia de la donación de un buen hombre que leía sus libros, Ugrešić vuelve a esa tierra de la que salió huyendo, del hogar tras el exilio. En un ejercicio de buscar ese lugar en el mapa lo intenta, pero la vida…
Nos muestra también su experiencia y visión de la industria literaria, de los gestores culturales, de los congresos literarios, su vaciedad, su frivolidad. De cómo es tratada y de cómo aprovecha el tiempo en la búsqueda de respuestas, hablando de escritores con autobiografías secretas, de artistas laureados gracias a sus viudas, de romances marcados por la guerra y de niñas que convocan con unas pocas palabras todo el poder de la literatura.
La lectura de este libro magistral, al lector lo deja sobrecogido por su absoluta verosimilitud, por la fuerza de una biografía compuesta por el impulso creativo de la autora en la que se entremezclan audacias literarias y referencias bibliográficas que abren nuevos mundos, así como la muestra de un alma rota que busca su sitio en el que el amor, el hogar, la tragedia han ido de su mano. «No hay nada más vital, humano y natural que el olvido, sobre todo cuando se trata de una caída o de una humillación. Ni siquiera nosotros nos ocupamos de eso, tales asuntos no pertenecen a la cartera del corazón. De estos asuntos se ocupa nuestro sistema de seguridad, las blandas gomas de borrar del olvido…»
Unos textos muy de agradecer en estos torvos y tediosos días que siguen corriendo por el mundo devastado por una hiperespecialización antihumanística cada vez más acentuada por las nuevas tecnologías que en su mal uso quitan todo el sentido. Un libro del año por su excelencia indudable. Una escritora a seguir. Y un libro a adquirir.
Los libros de Ugrešić han sido traducidos a más de veinte idiomas. Ha enseñado en varias universidades americanas y europeas, incluyendo Harvard, UCLA, Columbia y la Free University of Berlin y ha sido ganadora de varios premios literarios importantes.
Pablo Delgado