La croata Dubravka Ugresic ha navegado por diversos géneros, casi todos híbridos e inclasificables: la rememoración y los apuntes autobiográficos, las vidas y obras de escritores perseguidos en la época de los totalitarismos, el derrumbe de la antigua Yugoslavia, o reflexiones sobre el exilio y un planeta de emigrados. Es el caso de Zorro, homenaje a algunos de los más grandes genios del pasado siglo, como Boris Pilniak -no el único ejecutado a raíz de la salvaje decisión de Stalin de erradicar el «gen de la inteligencia»-, y Nabokov. También a numerosos, y en muchos casos olvidados, protagonistas de las vigorosas vanguardias rusas de los años veinte.
Mercedes Monmany