Una de las cosas que más me gustan de la editorial Impedimenta es que brinda la oportunidad de conocer la literatura de lugares más remotos o minoritarios y que son más difíciles de darse a conocer a un amplio público lector. Es el caso de la escritora moldava Tatiana Ţîbuleac que ha escrito esta maravilla titulada El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes. La novela ha recibido el Premio de la Unión de Escritores Moldavos y eso que fue su primera novela. Pero el premio es de lo más merecido.
Es una novela de relaciones entre padres e hijos muchas veces complicadas que hacen que, hasta los más allegados, se comporten como extraños. Así es la relación que mantienen Aleksy y su madre. Muy tirante. Francamente, Aleksy no la soporta, aún así está con ella.
También es una novela sobre el desahogo, sobre el auxilio que muchas veces es la escritura para dar salida a sentimientos reprimidos durante mucho tiempo y que permanecen en nuestro interior ahogándonos. Eso le ocurre a Aleksy. Todo el relato es eso: un desahogo. Escribe por consejo médico. Pronto se dará cuenta de que, aunque le duele, le alivia al mismo tiempo. Sus recuerdos están bloqueando su creatividad como pintor.
Aleksy también tiene una razón para sentir ese rechazo hacia su madre porque él lo sintió por parte de ella. Daba la sensación de que prefería a su hermana Mika. La novela es rica en sentimientos. Los de la culpa tanto por parte de Aleksy como de su madre, el intento de reconciliarse, como ella pone de su parte yéndose de vacaciones a un pequeño pueblo francés pese a que no son millonarios. El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes es una novela de perdones, de la búsqueda de ellos.
Todo el peso de la novela recae en Aleksy y en su madre. A ella llegas a entenderla debido al fuerte golpe que supone la muerte de Mika. Por eso, ninguno es cien por cien bueno ni malo. Todos se comportan como personas lo cual les hace más creíbles.
Otra cosa que me ha gustado muchísimo son los pequeños versos que forman algunos de los capítulos. Tan sólo son una frase pero llenas de lirismo.
Tatiana Ţîbuleac me ha parecido una escritora soberbia, me ha gustado muchísimo cómo maneja los sentimientos y las sensaciones de cada uno de los personajes. La voz narradora es el propio Aleksy lo cual hace que todo sea más cercano y directo. No es una novela que te deje vacío y frío sino todo lo contrario. Tras esa aparente frialdad de Aleksy hay un corazón que se transforma en lo que todos piensan desde el principio: que, a pesar de todo, siente mucho amor por su madre.
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes es una lectura que os recomiendo muchísimo. Es toda una delicia leerla, por este lirismo que encierra y por lo que nos narra. Es una novela muy bien escrita que te llega al corazón.
Ysabel M.