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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Vida en el jardín», de Penelope Lively

El libro está plagado de anécdotas, de digresiones, de historias en las que el amor a las plantas y a los jardines aparecen como una realidad y también como una metáfora de su vida, también de la literaria.

Apasionada de la jardinería y de su historia, Penelope Lively (El Cairo, 1933) es una de las novelistas británicas de más reconocido prestigio; en 1985 consiguió el premio Booker con su novela Moon Tiger. Este libro memorialístico es un apasionado y personalísimo viaje a través de los jardines que han marcado la vida de la autora. El punto de partida es siempre personal, y aunque se hagan observaciones generalistas que tienen que ver con la historia y con el presente, la perspectiva adoptada es la biográfica; como escribe Lively: «Las dos actividades centrales de mi vida –quitando escribir- han sido leer y cuidar mi jardín».

«Yo me crie en un jardín», escribe en las primeras páginas; y recuerda su vida en El Cairo y su casa en la que consiguieron «fabricar» un jardín inglés del que «todavía puedo dibujar un mapa de aquel jardín cono todo detalle». También habla de sus amigos y de escritores que han tenido una relación especial con sus jardines, actividad que, además, forma parte de sus escritos, como Philip Larkin, Elizabeth Bowen y Virginia Woolf.

El libro está plagado de anécdotas, de digresiones, de historias en las que el amor a las plantas y a los jardines aparecen como una realidad y también como una metáfora de su vida, también de la literaria.

Hay también reflexiones muy inteligentes sobre los beneficios de las horas de dedicación a la jardinería: «Cuando se practica la jardinería, una deja de estar atrapada en el aquí y el ahora; piensas en el ayer y en el mañana». O como cuando la autora escribe sobre la autonomía vital de los jardines: «siempre tienes la sensación de que el jardín es una entidad viva, con su propia agenda –centenares de agendas en conflicto-, y de que tú ejerces el control solo hasta cierto punto».

De su afición cuasi profesional a la jardinería, la autora solo saca connotaciones positivas para su vida: «yo veo la jardinería como una experiencia que unifica y fomenta los vínculos afectivos». Y, concluye, que también la jardinería tiene una relación muy especial con su literatura: ha sido siempre «materia fértil para el escritor».

Adolfo Torrecilla