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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Reseña: «Un hombre con atributos», de David Lodge

He pasado muy buenos ratos hilarantes, pero debo confesar que mi emoción al concluir la novela tenía más que ver con la admiración y la devoción intelectual que con las risas.

Conocí a David Lodge hará unos diez años de una forma poco convencional. Participaba yo en un reto lector que me exigía leer una trilogía. Sin muchas ganas (ya sabemos que estos retos van contra reloj, algo muy poco respetuoso con el disfrute de la lectura), busqué en las redes sociales autores y trilogías que me fueran fáciles y rápidas de leer. Me sedujo un autor inglés que había sido famoso por un trabajo al que denominaban Trilogía del Campus. Y como las universidades británicas, con su ambiente e historia, y las personalidades que de ellas han salido, son de sumo interés para mí, no lo dudé. Desde entonces vivo una divertida y verdadera historia de amor con él.

Tras muchos años sin tener noticias de él, leí en Instagram que la editorial Impedimenta editaba el último de sus títulos; sin pensármelo dos veces, y sin conocer la temática del mismo en un principio, me lancé a por la novela Un hombre con atributos. Ya era mía y durante dos semanas me ha llevado al paraíso lector.

La novela comienza así:

«Atributos: Sustantivo Plural 1. Habilidades o talentos: un hombre con muchos atributos. 2. Genitales»

Como podéis imaginar, conociendo el carácter de Lodge, su genialidad y capacidad para el humor, mi disposición ante lo que se avecinaba era la mejor. Y, aunque he pasado muy buenos ratos hilarantes, debo confesar que mi emoción al concluir la novela tenía más que ver con la admiración y la devoción intelectual, que con las risas.

Pero dejemos esto para luego y pongámonos a con la novela. Un hombre con atributos, se refiere a H. G. Wells, de él se puede hablar como escritor o como visionario, de alguna de estas maneras es conocido por todos nosotros. David Lodge nos lo presenta al final de su vida, en 1944, cuando la 2ª Guerra Mundial está en su apogeo y se vislumbra el final. Wells, H. G. para los amigos, se siente sólo, fracasado y sin esperanza; una enfermedad ha arraigado en él y sus allegados parecen creer que está perdiendo la razón.

Pero no, el anciano escritor de: La guerra de los mundos, El hombre invisible o La máquina del tiempo, está más lúcido que nunca y en los ratos que pasa a solas, que cada vez son más, comienza a rememorar su vida como si de una entrevista se tratara.

De una manera francamente original y amena (pues el planteamiento narrativo toma forma periodística, donde Wells es el entrevistado y David Lodge adopta el papel de periodista intrépido, que indaga ferozmente en la honestidad de H. G. a la hora de responder), nos adentramos en la vida de H. G. Wells desde su infancia, vivimos su crecimiento intelectual, sus fracasos y éxitos, su relación con la política, la sociedad y las mujeres. Y lo más importante, o eso argumenta Lodge, se plantea la poca o mucha trascendencia de su vida y obra para el mundo.

Confieso que poco sabía de la vida privada de H. G. Wells. Conocía de sus escarceos políticos con la sociedad Fabiana («Corriente reaccionaria burguesa creada en Inglaterra para combatir el socialismo científico.»), y de sus amistades con diferentes personalidades del mundo literario como: Henry James , Bernard Shaw, Arnold Bennett o Edith Nesbit. Pero me era del todo desconocida su obsesión por el sexo, que marcaría el rumbo de su vida, quedando reflejado en todas y cada una de sus obras de madurez, poniendo a favor o en contra a sectores de la sociedad fuera y dentro de Inglaterra.

Desde su primer matrimonio con Isabel Mary Wells, de quien se divorciaría por ser frígida, pasando por un segundo matrimonio con su alumna universitaria, Anne Catherine Robbins (también frígida, pero esta vez no se divorciaría, el matrimonio duró hasta la muerte de ella en 1927), y disfrutando de múltiples aventuras, más o menos serias, y siempre consentidas por su segunda esposa; estas relaciones con las mujeres, y los hijos que con ellas tuvo (dos en su segundo matrimonio, uno con Amber Reeves y otro más con Rebecca West), servirán a David Lodge como espina dorsal de la novela, marcarán los diferentes momentos de la vida de Wells y servirán de guía al objetivo más importante de la novela: un paseo por la historia de finales del siglo XIX y principios del XX, donde viviremos el apogeo de la era Eduardiana y su declive, para dejar paso tras la Gran Guerra a los nuevos tiempos y sus gentes, que quedará sellado con la 2º Guerra Mundial.

Lodge nos presenta a un Wells reformista social, pero un burgués en sus costumbres; feminista y defensor del amor libre, pero un auténtico depredador de mujeres, seductor hasta el punto de hacer rendirse a sus pies a las mujeres más inteligentes con las que se topaba; un visionario capaz de anticipar las guerras mundiales y sus avances tecnológicos, pero incapaz de adaptarse a los cambios que se avecinaban.

Un dinosaurio que agonizó en 1946, momento en que su obra ya no era venerada y otros escritores como D. H. Laurence, Virginia Woolf o su amada y odiada, a partes iguales, Rebecca Wets marcaban el ritmo del siglo XX.

Cerré mi libro al finalizarlo y lo abracé con el corazón compungido, no por la tristeza que la historia pudiera contener, sino por la emoción que conlleva ser consciente de la relevancia de lo que había leído. Estaba ante la obra culmen de un hombre, David Lodge. Una auténtica obra de arte, donde se dan cita el amor y la empatía a la profesión de escritor, reflejadas en un virtuosismo narrativo.

No dudo de la veracidad de la historia; ya de inicio nos la ratifica el autor. Es más, al llegar a los agradecimientos finales queda despejada cualquier duda que el lector más incrédulo pueda tener, pues es conmovedora la colaboración por parte de los herederos de los protagonistas de esta biografía, quienes pusieron a disposición de Lodge todo tipo de documentos familiares de connotación privada y personal. Un trabajo de investigación de primer orden, según mi opinión, aunque la modestia de David Lodge quite importancia al hecho con estas palabras:

«Casi todo lo que sucede en esta narración está basado en información obtenida de fuentes fidedignas; (…) Pero, como novelista, me he tomado ciertas licencias a la hora de representar lo que pensaban, lo que sentían y lo que se decían, y he imaginado muchos detalles circunstanciales que la historia no ha registrado».

Por último, no puedo dejar de mencionar mi completa satisfacción al reconocer en esta novela a la protagonista de, El libro de los niños (Edith Nesbit), obra escrita por una autora británica también, A. S. Byatt (compañera generacional de Lodge). Publicada por Lumen en 2010, esta obra es otra pieza del puzzle histórico que David Lodge nos ha mostrado y que complementa maravillosamente y enriquece toda biblioteca que se precie. Aunque debo mencionar que el autor de Un hombre con atributos, confesó en una entrevista concedida a The Guardian el 11 de mayo de 2011 (con ese tono que él sólo sabe emplear), no haber leído hasta esa fecha la novela de A.S. Byatt. Quizá, como hacía H. G. Wells, estando a solas se acerque a la librería de su despacho y coja el libro en secreto.

Undine von Reinecke