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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Jardines, senderos y bifurcaciones

Con la primavera florecen las plantas y se embellecen los jardines, ¿pero qué misterios ocultan? Fernando Krapp recorre escritos de diversas culturas sobre la cuestión y analiza su relación con la psiquis y el llamado “instinto vegetal” del hombre.

La escritura salvaje

En El Árbol, el escritor inglés John Fowles plantea otra relación muchas veces revisitada: la que habría entre un jardín y la escritura. En unas pocas páginas, que lo acercan a la filosofía pragmática de Henry Thoreau y John Muir, pero también a la permacultura japonesa de Masanobu Fukuoka, que para su agricultura natural evitaba el arado, el uso de fertilizantes, de la poda o la eliminación de malas hiervas o alimañas, Fowles indaga en el impacto de los bosques ingleses en el arte de escribir.
Fowles es un escritor inglés famoso por una serie de novelones que mezclan el erotismo con la magia y el thriller. El más recordado es El amante del teniente francés, aunque quizás su mejor novela sea El Mago. Más allá de esto, después de su éxito, Fowles compró varias hectáreas en la campiña inglesa para combatir contra el fantasma de su padre. Se dedicó a observar el crecimiento de su bosque a diferencia de su padre que, con las herramientas de la agricultura, pretendía sacar un rédito económico de la tierra. Escribe: “En cierto modo, los bosques son como el mar, demasiado diferentes e inmensos en cuanto a sus desafíos sensoriales así que, al final, todo lo que podemos captar es la mera superficie”.
Para Fowles, ese tipo de jardín salvaje, primitivo estaría más cerca del arte de escribir. Señala que, a pesar de los años, nuestra relación con los bosques y con la naturaleza sigue siendo esencialmente medieval: aquello que no podemos conocer o entender, nos da miedo o lo mantenemos en una distancia controlada; lo que no podemos controlar ni comprender por completo debilita nuestra capacidad racional y social. Por esa razón, Fowles encuentra una analogía entre los bosques y el arte de la prosa. La escritura de novelas es un ejercicio consciente hacia un territorio desconocido. Una parte del retiro creativo debe hacerse, señala, hacia un «costado salvaje», esa es una parcela por lo general reprimida y socialmente oculta. Una caminata por un bosque es una búsqueda de lo desconocido al mismo tiempo que una búsqueda de la libertad. «Como una caminata por el bosque, todas las novelas son también, de alguna manera, un ejercicio consciente de búsqueda de la libertad».

FERNANDO KRAPP