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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

BILBAO.

Cuando a la escritora moldava Tatiana Tibuleac le llegó la invitación para participar en la décima edición del festival de literatura y arte con humor JA!, ella y sus dos hijos se pasaron tres días imaginando cómo se pronunciaban esas dos letras y echándose unas risas. ¿Ja, ya, yei? ¿Qué querrá decir, cómo lo utilizarán? «¿Harán ja cada vez que diga algo? ¿Se reirán de todo?», se preguntaba ella. La explicación es sencilla: Tibuleac tiene como primera lengua el rumano –aunque habla ruso, ucraniano, inglés, italiano y entiende el español– su marido es británico, sus hijos se están criando en Francia, y entre los cuatro la lengua franca es el inglés. Y de vez en cuando aparece por casa la abuela moldava y se trae todas sus palabras rumanas. «Ja» puede significar algo y su contrario, la risa o la afirmación e incluso «no te lo crees ni tú».

La invitación, además de darles para seguir practicando ese «lenguaje común que es la risa en mi familia» y que «conecta en realidad a todo el mundo y relaja», fue motivo de sorpresa para Tibuleac. Lleva meses hablando del lado oscuro de la vida cuando la entrevistan por el libro, que cuenta, resumiendo mucho, la dificultad y la condena de criarse sin amor, las razones que pueden llevar a una madre a no querer a un hijo y la capacidad de arreglar las cosas incluso al final (o precisamente al final). Dolor, amor, perdón. Temas muy serios. Todo denso y profundo.

«Pinceladas surrealistas»

Y sin embargo a ella la invitan a un festival del humor. Está encantada. «Los lectores en español han visto muchas cosas en la novela, las pinceladas poéticas, el sentido del humor, los colores, la música. Me escriben personas de todas las edades para contarme lo que han sentido». La mayor parte de eso ni siquiera fue un objetivo consciente de la narración. «Me hablan mucho de la poesía y yo nunca escribí poesía, no me lo propuse».

Un lío. O no. «Les enseño a mis hijos que los idiomas no son enemigos, sino que pueden ser tus mejores amigos y que te abren a nuevos niveles creativos, otras conexiones», explica la autora que con El verano en que mi madre tuvos los ojos verdes (Impedimenta) ha sorprendido a media Europa. La misma editorial está ya preparando la traducción de su siguiente novela, Jardín de vidrio, por la que fue reconocida con el Premio de Literatura de la Unión Europea. Ayer charló en el festival con el editor Enrique Redel y la traductora bilbaína Marian Ochoa de Oribe, que fue quien la descubrió para el público en castellano y quien en palabras de Tibuleac «mejora» la narración.

ELENA SIERRA