Hace algunas semanas la editorial Impedimenta informaba sobre la inminente llegada a las librerías de Un plan sangriento. Libro cuyo autor, un escocés de nombre Graeme Macrae Burnet, no me decía nada en aquel momento. Pero la reseña publicitaria de la novela lo anunciaba como un falso “true crime” acaecido en las Highlands escocesas en el siglo XIX. Y yo, queridos lectores, no me resisto a nada que venga de Escocia. No en vano, guardo de aquellas Tierras Altas el recuerdo de mi mejor verano hasta la fecha: su cultura, sus gentes, el paisaje, sus castillos, su historia…Un suma y sigue de virtudes y cualidades, que avivan mi interés por todo lo que de Escocia venga. En esta ocasión un true crime.
¿Pero, qué es un true crime? Seguro que muchos de vosotros, ávidos descifradores de novela policíaca y thrillers, conocéis el término. Pero por si mis lectores de gustos más sosegados no lo dominan, lo explicaré: Se ha denominado “true crime” al género literario de no ficción, en el que el autor pone bajo el microscopio todos los detalles de un crimen y su investigación, dando cuenta de cada persona involucrada en él, contando su punto de vista, implicación, etc.
Con estas premisas, y con mucha ilusión, el día 16 de septiembre me presenté en la librería Cervantes y Compañía, lugar elegido por la editorial Impedimenta para celebrar la presentación de Un plan sangriento. La tarde prometía ser emocionante, la sala estaba a rebosar entre curiosos de los libros, compañeros instagramers y periodistas, que expectantes esperamos la llegada del autor de la novela, Graeme Macrae Burnet. No tuvimos que esperar mucho, el escritor hizo su entrada acompañado por Alicia Frieyro, traductora del libro, Marina Sanmartín y el editor de Impedimenta, Enrique Redel. Con tal tripulación el viaje al interior de Un plan sangriento estaba destinado a llegar a buen puerto, y así fue.
Pasamos una tarde interesantísima, donde Marina Sanmartín entrevistó a Graeme Macrae Burnet, y nos hizo partícipes de sus propias impresiones del libro, terminando con una lectura de un pasaje de la novela, que acentuó el clímax de la reunión.
Debo decir, que en un principio mi interés por leer el libro era acusado, pero tras escuchar hablar al autor (hombre elocuente, cercano y muy interesante), e intercambiar impresiones con las personalidades allí presentes, el deseo de comenzar la lectura de Un plan sangriento se incrementó, y esa misma noche comencé mi aventura.
He de confesar que no soy experta en thrillers. La novela policíaca siempre me ha gustado, especialmente los clásicos de esta índole, pero mis virtudes como analista del género no pasan de haber leído una nutrida colección de títulos. No obstante, me aventuro a reseñar este título con la certeza de tener el apoyo de Graeme Macrae Burnet, quien retó a los lectores a adentrarse en la novela sin prejuicios y con los instintos alerta, para no dejarnos engañar por las apariencias de la historia que Un plan sangriento nos cuenta. La novela comienza así:
«Escribo esto a instancias de mi abogado, el señor Andrew Sinclair, quien, desde que me encarcelaron aquí, en Inverness, me ha tratado con un grado de cortesía que no merezco en modo alguno. Mi vida ha sido breve y de escasa consecuencia, y no es mi deseo eximirme de la responsabilidad de los actos que recientemente he cometido. Así pues, no es por otra razón que la de corresponder la amabilidad de mi abogado que consigno estas palabras por escrito.»
Este es el primer pasaje del prólogo de la novela. Un fragmento que corresponde a la supuesta confesión de Roderick Macrae por un crimen cometido, como así nos lo hace saber Graeme Macrae Burnet seguidamente:
«De esta forma arrancan las memorias de Roderick Macrae, un campesino escocés de diecisiete años, acusado de cometer tres brutales asesinatos en su aldea natal, Culduie, en Ross-shire, la mañana del 10 de agosto de 1869. No pretendo demorar en exceso al lector, pero creo que un puñado de observaciones preliminares proporcionarán cierto contexto al material aquí reunido. Aquellos lectores que prefieran pasar directamente a los documentos propiamente dichos son libres de hacerlo, por supuesto.»
De esta manera audaz, puesto que se trata de un falso true crime, el autor comienza a relatarnos cómo y cuándo descubrió la existencia de este crimen acontecido en el siglo XIX. Nos induce a pensar que todo lo que se relata es real, e incluso juega con su propio apellido insinuando al lector un posible vínculo familiar con el asesino. Idea ésta que a mí me ha parecido, no ya original, sino osada y valiente. Nos habla de los documentos hallados, de su autoría e incluso de las personas que le ayudaron en la búsqueda de los mismos. Insistiendo además en desligarse de tener nada que ver con ellos, más que de ser un simple investigador que recoge toda la información sobre el caso. Para pasar posteriormente a los documentos propiamente dichos de la investigación, que estructuran la novela del siguiente modo:
-Declaraciones de vecinos y policía.
-Relato de Roderick Macrae, presunto asesino.
-Informes médicos de las víctimas.
-Viajes por los confines de la locura, por James Bruce Thomson (médico que valoró la cordura de Roderick Macrae)
-Juicio y sentencia
-Epílogo
Con todos estos ingredientes el planteamiento de la novela me pareció todo un reto, y me propuse leérmela poco a poco, con ánimo de pillar algún agujero negro donde evidenciar que yo era muy hábil en esto de desentrañar un misterio, y que el Mentalista , Sherlock Holmes y todos los investigadores que le imitaron con posterioridad, me habían instruido debidamente. Pero, no fue poca mi sorpresa cuando me descubrí bebiéndome la novela de un trago, sin pararme a tomar notas, ni apuntes, como suelo hacer con cada libro que tengo pensado reseñar. Ha sido un caso de abducción total, viviendo dentro del libro el poco tiempo que me llevó su lectura.
¿Cómo fue esto posible? Un plan sangriento es una elaborada y cuidada novela donde su autor, Graeme Macrae Burnet, hace un magnífico trabajo de investigación en el cual los datos históricos y el conocimiento exhaustivo de las costumbres y gentes que habitaban las Tierras Altas escocesas de mediados del siglo XIX, se combinan con un elegante uso de la narrativa, para construir una creíble, sólida e inquietante historia, que mantiene al lector pegado a cada una de sus páginas hasta finalizarlas. Todo ello haciendo gala de una cultura literaria en la que encontramos reminiscencias de autores de culto, como grandes críticos del mundo literario han apuntado ya refiriéndose a Camus o a Simenon en sus artículos de El país (Juan Carlos Galindo), y El mundo (Luis Alemany).
No puedo evitar mencionar también, lo mucho que su estilo me ha llevado al mundo de algunos de los grandes autores del siglo XIX: Dickens, Collins e incluso Dostoievski. He visto su legado especialmente en el relato de Roderick Macrae, donde el autor embauca a los lectores seduciéndoles con un relato de bellísima factura y corte emocional, casi costumbrista, narrado en primera persona, que invita a creer y confiar en su protagonista, de ese modo tan británico con el que Collins y Dickens manejaban sus tramas; para ir paulatinamente envolviéndole en un juego psicológico cercano a lo tortuoso, donde la atmósfera final deja la sangre helada. Algo así como consigue siempre Dostoievski conmigo cada vez que lo leo, si sois lectores del insigne ruso sabréis a lo que me refiero.
En el Relato de Roderick Macrae se nos cuenta la triste historia de un joven de diecisiete años, que habiendo perdido a su madre y quedado al cargo de su fanático, inculto y agresivo padre, se ve inducido a cometer un crimen como única salida a la triste existencia de su familia. Nos narra los acontecimientos que rodean este hecho y las circunstancias que provocan el desenlace final. Todo ello decorado por la precisa descripción de un entorno, las Highlands escocesas llenas de misterio, leyendas, superstición y pobreza. Una ambientación casi gótica, que trae recuerdos de la mejor narrativa clásica.
El autor nos hace entrar en el mundo de Roderick Macrae, convivir con sus semejantes, sufrir sus circunstancias, e incluso jugar con la posibilidad de justificar sus actos. El lector habrá de decidir.
Porque, Un plan sangriento no es sólo un true crime, como su formato y argumento apuntan. Este libro es un ensayo, un estudio de la condición humana en el que se ponen a prueba nuestros valores y moralidad. ¿Dónde se encuentra el límite del bien y del mal?
Pero también es un análisis de la cordura y el entendimiento, en el que se nos plantea la pregunta: ¿Es cierto todo lo que vivimos diariamente, o es un engaño de nuestros sentidos influidos por las circunstancias?
Una historia apasionante, tristemente humana, que lleva al lector a explorar rincones de su mente que quizá nunca se hubiera encontrado.
¿Qué herramientas nos da el autor para desentrañar el misterio que guarda la novela? Este es otro enigma, pero en mi opinión, si el lector no ha sabido llegar al epicentro del jeroglífico al concluir el relato del asesino, deberá utilizar las declaraciones de los testigos del juicio como piezas de un puzle que le conduzcan a la verdad. Una verdad que no es única, pues como Graeme Macrae Burnet asegura, hay tantas soluciones a la incógnita, como lectores lean la novela.
No quiero cerrar mis impresiones acerca del libro, sin hacer mención de la fantástica construcción de los personajes. En los que encontramos a los enigmáticos y rudos habitantes de las profundidades escocesas del siglo XIX. Hombres y mujeres que, por aquel entonces, cuando los trenes ya recorrían las tierras de Gran Bretaña, no tenían contacto más que con los pocos vecinos que habitaban cerca de su localidad y no conocían más tierras que las que su vista alcanzaba a ver. Gentes sencillas y trabajadoras, educadas por la costumbre, la religión y la superstición. Unos personajes que contrastan y mucho, con los que aparecen en la segunda parte de la novela, los doctores, abogados y estudiosos del mundo de la criminología, como James Bruce Thomson, doctor escocés que existió realmente, cuyos trabajos se mencionan en el libro, y en los que Graeme Macrae Burnet se ha apoyado en su novela. Dos mundos dispares que conviven en la Escocia de 1869, donde la falta de humanidad y compasión cohabitan con el avance de la ciencia experimental y criminalística, poniendo en evidencia al sistema carcelario, judicial y social del momento.
Decir que he quedado embriagada por el poder seductor de la narrativa del autor sería cierto, pero no llegaría a expresar la empatía que he sentido hacia el estilo que utiliza. Porque, si algo se deduce tras leer a Graeme Macrae Burnet, es la seriedad y compromiso con el que aborda su trabajo, cualidades éstas, que yo valoro en un profesional de la literatura, y que sin lugar a dudas se ven reflejadas en la novela, junto con el alma de highlander heredado de sus ancestros. Porque allí, muy cerca de donde ubica su historia, se encuentra la población que vio nacer a sus abuelos, un lugar que el autor visitó de niño innumerables veces y que avivó su imaginación hasta dar forma a la novela que hoy nos ocupa. Partiendo, eso sí, de una lectura efectuada cuando era estudiante en la década de los 80 del siglo pasado: Yo, Pierre Riviere, Habiendo Degollado a Mi Madre, a Mi Hermana y a Mi hermano (editado por Michel Foucault, y en España por Tusquets).
Decía al comenzar esta reseña, que el autor nos reta a conseguir elaborar nuestras propias conclusiones acerca de la historia. Yo he querido encontrar la clave de las mías en el proverbio escocés con el que arranca la novela:
«El molino tritura mejor cuando se han picado muescas en sus muelas», Proverbio de las Tierras Altas escocesas.
A lo que yo añado, y espero encontrar réplica entre mis lectores:
«Donde reina el amor sobran las leyes», Platón
Undine von Reinecke