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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

DEL LIBRO A LA PANTALLA: «EL INGENUO SALVAJE»

Una mirada nada complaciente a la Inglaterra de los años sesenta que subraya el clasismo instaurado en la sociedad británica.

Al hacer un repaso de aquellos deportistas que ganaron prestancia en su cometido como escritores en los múltiples artículos que podemos leer sobre el tema —ya sea en internet o en formato papel— suele olvidarse un nombre propio, el de David Storey (1933-2017). Hijo de minero, David Malcolm Storey formó parte del equipo de rugby del Leeds RLFC, propiciando de esta forma parte del sustento económico que necesitaba su familia perteneciente a la working class. A pesar de las penurias económicas que pasaron los Storey, los padres de David Malcom no quisieron descuidar su formación escolar y académica, ingresando en el Queen Elisabeth Grammar School de Wakefield para cursar sus estudios medios, y posteriormente, en la Slade School of Fine Arts, sito en Londres. De aquella experiencia en la capital inglesa en aras a obtener una formación en calidad de artes plásticas sirvió a Storey para introducirse en círculos culturales que estimularon, al cabo, su pasión por la literatura. Así pues, sin prácticamente escritos publicados en su haber, a los veintisiete años completa una novela de tintes (semi)autobiográficos, This Sporting Life (1960), que obtiene contra todo pronóstico un premio literario de ganada reputación, el MacMillian Fiction Award. Su obra de debut, con un excelente nivel de escritura (fiada a un cuidado extremo por el detalle tanto en el plano de las descripciones a nivel emocional como las físicas), no tarda en captar la atención de Karel Reisz y de Lindsay Anderson, dos de los adalides del free cinema. A instancias de Reisz (ejerciendo de productor) y de Anderson (en tareas de director, en lo que vino a convertirse en otro sonado debut), Storey escribe un guión cinematográfico de su propia novela, ajustado a un metraje de algo más de dos horas de duración.

La adaptación de la novela: el reto de Storey

Por primera vez conocemos el contenido en lengua castellana de la novela de Storey que dio pie a una de las cumbres del free cinema. Con traducción a cargo de Consuelo Rubio el sello Impedimenta completa de esta forma lo que podríamos colegir una suerte de tetralogía de obras británicas —a saber, Un lugar en la cumbre (John Braine), Sábado noche, domingo mañana y La soledad del corredor de fondo (Alan Sillitoe)— que inspiraron los pilares del free cinema. Todas ellas comparten una mirada nada complaciente sobre la Inglaterra de los años cincuenta y de las primeras estribaciones de los años sesenta, subrayando el clasismo instaurado en la sociedad británica. En particular, This Sporting Life (1960) —con buen criterio para su edición en la lengua de Dámaso Alonso Impedimenta respeta el acertado título para el estreno comercial del film en nuestro país, el de El ingenuo salvaje— muestra el clasismo desde sus capas más bajas —en las que se ubica el propio «antihéroe» Arthur Machin (Frank en el film)— a las más elevadas, aquellas que comprometen al matrimonio Weaver, el uno oficiando de presidente del equipo de rugby del City, y ella beneficiándose de su status para atraer la atención de los nuevos fichajes con determinadas “prevendas”. Cuestiones de índole social perfectamente reflejadas en la traslación al celuloide de una novela que el propio Storey se vio abocado a un ejercicio de síntesis y eliminación de algunos de los pasajes de su novela. A modo de ejemplos en sendos sentidos podemos detectar que el fichaje de Frank Machin por el que será su nuevo equipo se ventila en apenas un par de líneas de diálogo (con un aliento de broma camuflada de suspense) cuando en la novela se detalla un «tira y afloja» que habla a favor del carácter indomable del jugador de rugby. Por su parte, uno de los episodios del libro que quedaron (auto)eliminados por Storey en su guión deviene el regreso de Arthur a la casa de sus progenitores tras haber discutido con la Sra. Hammond, a la que en pocas ocasiones a lo largo de la novela el autor —empleando la primera persona— se refiere por su nombre de pila, el de Val. A cuenta de la mujer que ha enviudado a causa de la muerte de su marido Eric en extrañas circunstancias —se apunta a un posible suicidio— y que tiene a su cargo a dos niños de corta edad —Lynda y Ian— el libreto registra otro cambio nominal, pasando de llamarse Val —presumiblemente una abreviación de Valerie— a Margaret (Rachel Roberts en la gran pantalla), quien evidencia en una de las secuencias más logradas del film un amago de estima por Frank cuando éste juega con sus hijos en plena naturaleza. En cierto sentido, Margaret parece rememorar sus días felices junto a Eric, cuya “presencia” en el hogar familiar encuentra un valor simbólico en las botas que descansan al lado de la chimenea y que limpia con celo de una manera regular. Pautas de comportamiento que tratan de reflejar una paz interior en la persona de Val/Margaret, en contraste con aquellos pasajes de la novela en que ella hace acopio de un odio y de una ira desbocada al enfrentarse a Arthur, lanzando por la ventana algunas de sus pertenencias. Una disputa que provoca un desgarro emocional en el lector y que sería convenientemente limada en su traducción en imágenes. Con todo, el «espíritu» de la novela permanece intacto en una notable producción cinematográfica abordada en la única emulsión posible, la del blanco y negro, y que serviría para crear los fundamentos de una relación de amistad y de trabajo entre David Storey y Lindsay Anderson. Once años más tarde de la puesta de largo de aquel hito de la cinematografía británica, Anderson conminó a Storey a adaptar para el celuloide su propia obra teatral In Celebration (1974), pero ya sin la repercusión alcanzada por El ingenuo salvaje (1963), que no pudo tener un mejor huésped que Richard Harris en su traslación a la gran pantalla de ese deportista con conciencia de clase poseído por una relación de amor-odio para con la arrendadora de una habitación en uno de los suburbios de una ciudad industrial (sin determinar) del Norte de Inglaterra.

Christian Aguilera