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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Damas oscuras»

Cuentos de fantasmas de 20 escritoras victorianas eminentes.

Este es uno de esos libros que tardé en coger y que luego leí en dos tandas. Los motivos son muy personales: no suelo recordar muy bien el relato así que me decanto más veces por la novela, y era uno de los libros que se «traslibraron» (de traspapelar) por lo que llegó más tarde a mi cama. Porque lo he leído de noche, efectivamente: nada mejor para leer historias de fantasmas, aparecidos y mansiones encantadas que la oscuridad y la quietud a tu alrededor. El problema principal que tuve en la primera mitad es que fue una época en que me dormía enseguida y me daba la impresión de que no estaba disfrutando los relatos, así que le di un descanso hasta que pudiera leerlos con más atención. Y ha funcionado.

«Damas oscuras» es de esos libros que me gustan más cuando los he terminado y evoco lo leído que cuando lo estoy leyendo (no creáis que es raro, me pasa a menudo). Siendo honesta, al principio pensaba que era todo demasiado inocente -y creo que acerté al pensarlo- porque conforme avanzan los relatos, crece la originalidad o la intensidad de las narraciones. O sea que empezamos con unas ingenuas Charlotte Brontë («Napoleón y el espectro») o Elizabeth Gaskell («La historia de la vieja niñera»), para ir a parar a unas originales Violet Hunt («La oración») o Gertrude Atherton («El sitio de paso») a las que destaco principalmente por salirse de la norma. Si la mayoría hablan de fantasmas, mansiones encantadas, poltergeist varios, ellas son un poquito más originales. Sobre todo Hunt, que narra la historia de la muerte y resurrección de un hombre mediante una plegaria de su mujer, obrándose un milagro, pero volviendo éste a la vida más apático y débil que vivo. Para mí, sin duda, el mejor de todos. Sin fantasmas, mirad por donde…

He observado que hay relatos con mucha narrativa previa a la que le cuesta arrancar o centrarse en la historia de fantasmas, y sólo alguna que entra de lleno en el misterio (precisamente de las más cercanas a nuestra fecha) desde el inicio, como Mary E. Wilkins («El solar»); también están las efectistas como Mary Cholmondeley («Fuerza desatada») que aunque no parezca inicialmente original termina su relato con un golpe de efecto muy bueno relacionado con el acto de un hombre, influido por «algo», que no sabe lo que está haciendo; y no voy a negar que las hay que me han aburrido un poco porque el misterio parecía un tema más secundario para ellas.

Es llamativo el papel del hombre en estos relatos. Principal protagonista muchas veces, suele ser muy gallito pero acaba temblando asustado. Creo que las mujeres se lo pasaron en grande escribiendo estos relatos pues por la época en que les tocaba vivir, cualquier apelativo sinónimo de histerismo iba siempre relacionado con la mujer.

Como recopilatorio es muy desigual, y estoy segura de que recordaré algunos relatos pero olvidaré otros (por ejemplo «No administrar antes de dormir» de Rosa Mulholland, lo marqué como que me gustó y cuando lo he repasado casi no recordaba nada; así que los que no me han atraído es más que posible que jamás los recuerde). Lo cierto es que sí sirve para ver la evolución de la narrativa victoriana escrita por mujeres. En ese sentido es un acierto de pleno.

Como anécdota, Rhoda Broughton, una de las escritoras, era sobrina de Sheridan Le Fanu.

«Damas oscuras» está encuadernado en tapa dura, tiene una maravillosa y espeluznante portada ilustrada por Nerea Aguilera, y tiene como marcapáginas una bonita cinta de raso roja.

Anika Lillo