EL CASO DE RODERICK MACRAE
Culduie, 10 de agosto de 1869. Roderick Macrae aparece por las calles del pueblo completamente bañado en sangre. Ante la pregunta de una asombrada vecina sobre qué le ha ocurrido, su respuesta es clara y concisa: «He matado a Lachlan Broad».
Este es el punto de partida de la historia de Un plan sangriento. A partir de este momento, la narración nos llevará a averiguar los sucesos que tuvieron lugar en los meses previos a esta fecha. Conoceremos qué tipo de existencia llevaba Roddy –el presunto homicida– y los hechos que desencadenaron este brutal suceso, y lo haremos gracias al relato que nos cuenta de su puño y letra el protagonista.
«Escribo esto a instancias de mi abogado, el señor Andrew Sinclair, quien, desde que encarcelaron aquí, en Inverness, me ha tratado con un grado de cortesía que no merezco en modo alguno. Mi vida ha sido breve y de escasa consecuencia, y no es mi deseo eximirme de la responsabilidad de los actos que recientemente he cometido. Así pues, no es por otra razón que la de corresponder la amabilidad de mi abogado que consigno estas palabras».
UN FALSO TRUE CRIME
Cuando leí que Un plan sangriento era un falso true crime, mi primer pensamiento fue que este libro sería una buena opción para mi compañera Alba R. Prieto, experta en este género que está en pleno auge. Pero claro, la publicidad es clara, es un falso true crime, con lo que encajaría perfectamente con mis gustos lectores y debo decir que no me ha defraudado.
Creo no cometer spoiler si digo que la idea de Graeme Macrae Burnet me parece espléndida: contar una historia como si de un hecho real se tratara, incluso siendo el autor parte misma de la trama, convirtiendo a Roderick Macrae en un antepasado suyo. Tengo que remarcar que, aunque sepamos quién es el presunto culpable desde el inicio –o al menos lo creamos– no se preocupen que el libro no pierde un ápice de interés.
La novela se divide en varias partes: un prólogo, en el que el autor nos cuenta qué le llevó a escribir esta historia; el relato de Roderick Macrae; otro relato firmado por el doctor J. Bruce Thomson, en el que nos cuenta sus impresiones sobre Roddy; y el juicio del asesinato, una de las partes que más he disfrutado, con las aportaciones de los distintos testigos.
MUCHO MÁS QUE UN THRILLER
Pero Un plan sangriento es mucho más que un thriller en el que el sangriento suceso pasa a ser un ingrediente más y no el principal foco de atención. Lo más importante de la historia que tenemos entre manos es la vida en ese pueblo dejado de la mano de Dios en la Escocia de hace dos siglos, donde los trabajadores tenían alquiladas sus tierras, sus casas y yo diría que hasta su propia vida al laird de turno. Pagaban por trabajar y cultivar un pedazo de terruño, eran multados si esas propiedades estaban descuidadas para, después de saldar sus deudas, seguir trabajando día sí, día también.
Las desigualdades entre clases eran abismales, y no solo entre señores y lacayos; las diferencias entre los habitantes de las poblaciones grandes y prósperas y los aldeanos eran enormes y el aire de superioridad con el que trataban a la gente de los pueblos rozaba la humillación.
Por último, ahondaremos en las teorías de la época sobre si para convertirse en asesino, los factores genéticos, endógenos y ambientales tienen algo que ver. Los personajes que hablan de este tema en Un plan sangriento están convencidos de que así es. Según estos entendidos, los criminales comparten características físicas similares, se han criado en lugares inmundos, con familias caídas en desgracia y suelen ser cortos de entendederas. Las distintas teorías que podemos encontrar en nuestro libro harán que nos sorprendamos y que nos horroricemos a partes iguales.
Todo esto lo expone el autor escocés con un lenguaje claro y conciso. Por ello, Un plan sangriento ha conseguido ser un éxito de ventas en Reino Unido. Pero la crítica también ha valorado el trabajo del autor, siendo finalista del Man Booker Prize en 2016. Ahora, gracias a Editorial Impedimenta, podemos disfrutar de esta historia también los lectores españoles.
Marta Pérez