Emily Dickinson, la inmortal y enigmática autora de versos que apenas publicó en vida, la otra gran voz lírica junto con Walt Whitman del siglo XIX norteamericano, protagonizó la novela La poeta y el asesino (Impedimenta), de Simon Worral, nacido en Inglaterra pero con infancia entre Eritrea, París y Singapur. Un protagonismo referencial e indirecto, pues el personaje que movía toda la acción era Mark Hofmann, considerado por muchos como el mejor falsificador de todos los tiempos y también asesino de dos personas, por lo cual sufrió la cárcel de Utah, donde había nacido en una comunidad mormona, muy marcada por normas altamente exigentes. Sus delitos consisten en comercializar documentos simulando la letra de 129 figuras históricas, como Abraham Lincoln, George Washington o Mark Twain, para subastarlos y enriquecerse. En el caso de Dickinson, el personaje llega a crear un poema de ocho líneas que atribuye a ella.