Una lectura íntima e intimista que rebosa tanto dolor como amor a través de una narración casi poética llena de metáforas deliciosas. Una prosa lírica con la que Tatiana Tîbuleac dibuja imágenes llenas de fuerza y rebosantes de emociones, como las que nos regala en esos momentos en los que los papeles se intercambian (siento no poder decir más) y el hijo asume el papel de madre y viceversa. Un auténtico derroche de talento narrativo para vestir con tanta belleza una historia tan dura como la que encontramos en sus páginas.