Porque debo confesar que le tenía muchísimas ganas, desde que la descubrí en una de esas listas habituales que aparecen en todos los medios (ejem…) sobre libros que sirven para un tema, sobre libros que hablan de lo que sea o sobre libros que hay que leer (póngase la lista que se quiera). Esta novela estaba en una lista de libros sobre San Valentín y era, además, una recomendación de lectura diferente.
Porque Picnic en Hanging Rock no es una novela de amor para un día de San Valentín. No, en absoluto. Y tampoco es una novela que haya que leer en San Valentín. Es una novela que hay que leer cada día del año (y posiblemente varias veces: siento la tentación de volver a leerla ya otra vez desde el principio y fijarme en todos esos pequeños detalles del puzle que en la primera lectura no miré con la misma atención que otros). Picnic en Hanging Rock (que en castellano está editada por Impedimenta) es una de esas novelas que hay que leer. Y si después de esta afirmación tan rotunda sigues teniendo dudas sigue leyendo. Van unas cuantas razones para convencerte.
Es una inquietante novela de misterio