Las veinte narraciones del volumen se presentan por orden cronológico (coincidentes, casi exactamente, con el reinado de la reina Victoria), desde la temprana Napoleón y el espectro (1833) de Charlotte Brontë hasta El solar (1903), de Mary E. Wilkins. Entre medias se han seleccionado relatos de Elizabeth Gaskell, Dinah Mulock, Catherine Crowe, Mary Elizabeth Braddon, Rosa Mulholland, Amelia B. Edwards, Rhoda Broughton, Mrs. Henry Wood, Vernon Lee, Charlotte Riddell, Margaret Oliphant, Lanoe Falconer, Louisa Baldwin, Violet Hunt, Mary Cholmondeley, Ella D’Arcy, Gertrude Atherton y Willa Cather. Como se ve, junto a autoras de relativa fama encontramos algunas escritoras totalmente desconocidas por estos lares. Es de agradecer, por tanto, que cada relato venga precedido con una brevísima semblanza biográfica de su autora para poder situarla perfectamente en la realidad literaria de su época.
Como nos indica el editor en la nota introductoria, «a lo largo del siglo XIX, los médiums, los intentos de comunicarse con diversos seres de ultratumba y demás creencias espiritistas ocuparon un lugar predominante en la cultura victoriana». Esta obsesión por el trasmundo y por la vida después de la muerte (que se relaciona también con mitos contemporáneos como el vampiro y Frankenstein) se plasmará en un tipo de narración particular (Ghost story), que aunque tenía ejemplos en siglos anteriores —siempre han existido historias de espectros en todas las culturas, por supuesto—, alcanza su apoteosis y máximo esplendor en el mundo anglosajón decimonónico. Pues bien, a propósito de este tipo de literatura la Encyclopaedia Britannica escribe lacónicamente: «Ghost story es una historia sobre fantasmas. En términos más generales, puede referirse a un cuento basado en la imaginación más que en los hechos. Las historias de fantasmas existen en todo tipo de literatura, desde cuentos populares hasta obras religiosas y modernas historias de terror, y en la mayoría de las culturas. Se pueden usar como episodios aislados o historias interpoladas dentro de una narración más amplia o pueden ser el foco principal de una obra, como las historias de Sheridan Le Fanu y la novela de Henry James The Turn of the Screw». En el siglo XIX el género fue evolucionando desde la corriente clásica de la literatura gótica (Radcliffe, Maturín) a la llamada novela sensacionalista de la era victoriana. Paulatinamente se fue despojando a la ghost story moderna de todos los excesos del periodo romántico, para situarla en una realidad cotidiana descrita siempre con precisión y verosimilitud. (En Damas oscuras podremos advertir esta evolución en muchos de los relatos.)
Estos textos presentan un amplio abanico de procedimientos y escenografías comunes y típicas: narrador omnisciente y en primera persona, género epistolar, ausencia de violencia física (que no psicológica), predominio de entornos rurales, indagación psicológica, etc. A veces, algún relato resulta en exceso prolijo, con ese tipo de narrativa decimonónica tan meticulosa; en otras ocasiones el elemento sentimental y romántico tiende a desbordar al fantasmal con la consiguiente pérdida del efecto inquietante. Pero, en general, todos los cuentos son disfrutables al máximo, de modo que nos encontramos con una antología de referencia en cuanto a escritoras se refiere.
Por si fuera poco, la edición de Impedimenta es soberbia: tapa dura con sobrecubierta, cinta de lectura, diseño inmejorable y muy manejable. Así que no dejen de disfrutar con estos escalofríos victorianos. No hay excusa.