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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Eso no se toca (el método del calendario)

Tras publicar su última novela, la monumental revisión de la figura de H. G. Wells 'Un hombre con atributos', Impedimenta recupera uno de los títulos fundamentales de David Lodge

Uno de los más felices acontecimientos literarios del año pasado fue la publicación a cargo de Impedimenta de la última novela del escritor David Lodge (Londres, 1935), Un hombre con atributos, monumental biografía novelada de H. G. Wells que incidía en la excitante, tumultuosa y libérrima vida marital y sentimental del autor de La máquina del tiempo, bajo las bombas de los nazis o sin ellas. Lodge, autor esencial de la literatura británica del último siglo, artífice singular del subgénero de la novela de campus y responsable de títulos como ¡El autor, el autor! (otra biografía novelada, en este caso con Henry James como protagonista), Fuera del cascarón y el imprescindible ensayo de 1992 El arte de la ficción, había publicado Un hombre con atributos (cuyo vínculo con la obra maestra de Robert Musil tiene mucho más que ver con lo irónico, por no decir paródico, que con el supuesto homenaje que no pocos críticos han pretendido ver) en 2011, lo que revela un paréntesis notable respecto al interés o las posibilidades de las editoriales españolas a la hora de hacerse con los derechos de traducción de una obra de circulación obligada.

De hecho, Anagrama, la editorial que ha publicado tradicionalmente los libros de Lodge en España, dejó el paréntesis abierto hasta que Impedimenta decidió mover ficha con una magistral traducción de Mariano Peyrou. He aquí, además, que en el camino se habían quedado algunos títulos del autor por divulgar en España, y ahora Impedimenta vuelve a completar los huecos con la publicación de Almas y cuerpos, una de las obras más populares de Lodge, aparecida originalmente en 1980, ganadora del Premio Whitbread y determinante en la consagración del mismo entre los grandes escritores de su tiempo. Hablamos, pues, de una anomalía corregida que revela hasta qué punto la paciencia es una virtud necesaria en los lectores españoles de literatura traducida. En este caso, el envite bien vale la pena.