La literatura, además de para trasladarnos a lugares remotos, también sirve para hacernos comprender cómo viven sus habitantes. El Kioto que nos presenta Yasunari Kawabata es a la vez la ciudad milenaria que todos tenemos en mente y el retrato de una sociedad cambiante, que pasa de las tradiciones a un nuevo orden, tanto político como social. De la misma forma, en Las muchachas de Sanfrediano nos asomamos a la vida de un grupo de amigas jóvenes en la Florencia de mitad del siglo XX.