La novela es intensa como un buen verano y está iluminada por el reflejo de los girasoles. A mí no me resulta dura, ni violenta, todo lo contrario. Acompañar a alguien en su muerte creo que da una perspectiva diferente de lo que es importante en la vida. Paradójicamente, ese acompañamiento en la muerte pone calor en el corazón del que se queda. A mí me sucedió así. Esta novela me reconcilia con todo lo que rechazo en mi vida. Además está muy bien editada por Impedimenta que siempre adjunta una postal que reproduce la portada en todas sus novelas. Muy recomendable.