Concuerdo con el mirífico trovador que cantaba aquello de “non la sopporto la gente che non sogna“. Cărtărescu, en El Cuerpo, Cegador, 2, tanto como en su primera parte de esta trilogía, El ala izquierda, nos invita a soñar, a habitar sus construcciones mentales, que a menudo son dédalos, habitaciones sin puertas ni ventanas. Abordar esta lectura en concreto y a Cărtărescu en general, me lleva a unas palabras que leí de Thoreau: un hombre solo recibe lo que está preparado para recibir, ya sea física, intelectual o moralmente. Escuchamos y asimilamos lo que sabemos a medias. Todo hombre, por tanto, sigue el rastro de sí mismo…
El cuerpo
Cărtărescu, en «El Cuerpo», Cegador, 2, tanto como en su primera parte de esta trilogía, «El ala izquierda», nos invita a soñar, a habitar sus construcciones mentales, que a menudo son dédalos, habitaciones sin puertas ni ventanas.