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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

En los últimos meses, sin ir más lejos, han aparecido un par de obras que ahondan en esa combinación. Por un lado, en 1793 Niklas Natt Och Dag nos lleva a un Estocolmo en una época convulsa de cambios y conspiraciones políticas en el que un veterano de guerra y un abogado investigan un crimen. En Bajo las llamas, por otro, la acción tiene lugar en los últimos días de la Comuna de París, momento en el que comienzan a desaparecer misteriosamente mujeres jóvenes.

En la alianza entre novela negra e historia hay un referente claro en El nombre de la rosa, la obra en la que Umberto Eco nos proponía una trama de asesinatos en un remoto convento de frailes, con la Inquisición de fondo. Pero hay otros autores que, dentro del género policiaco, han hecho del uso del pasado su seña de identidad. James Ellroy es sin duda el ejemplo perfecto, explorando periodos concretos de la historia de EE UU con minuciosidad, como en su todavía inacabado segundo cuarteto de Los Ángeles, que abre con Perfidia en un país en plena ebullición en los prolegómenos de la entrada estadounidense en la II Guerra Mundial. Otro autor estadounidense que ha explorado periodos del siglo XX es David Mamet, que en Chicago nos traslada a los años 20 en una ciudad, la que titula la obra, dominada por el crimen organizado.

En esa misma década, pero en un lugar completamente distinto, tiene lugar Metrópolis, del escocés Phillip Kerr, autor que cultivó el cruce entre novela negra e histórica. En los últimos meses de la república de Weimar, y con el nazismo a punto de cambiarlo todo, el policía Bernie Gunther investiga una serie de asesinatos a prostitutas que aparecen con el cabello rapado. Un poco más atrás, a 1912, nos lleva Las mil y dos noches, novela en la que Carole Geneix retrata el París glamuroso y alocado de la época, con una fiesta de la alta sociedad en el que se produce un asesinato y el robo de una joya que portaba la víctima.

Remontándonos un poco más en el tiempo, María Oruña nos lleva a la Galicia de 1830 para contarnos en El bosque de los cuatro vientos la historia de la hija de un médico que desafía las convenciones de género de la época y que se cruza con la investigación de un antropólogo en nuestros días. Por su parte, José Carlos Somoza propone una sorprendente precuela a los casos de Sherlock Holmes en Estudio en negro, en el que uno de los personajes es el mismísimo Conan Doyle. Y en Un plan sangriento, nos sumergimos en una historia de crímenes acontecida en las tierras altas escocesas en 1869.