Mircea Cartarescu es uno de los escritores más singulares de nuestro tiempo, y podemos adentrarnos en sus complejas catedrales de texto gracias también al trabajo extraordinario de sus traductoras: Míriam Ochoa de Eribe en castellano, y Antònia Escandell y Xavier Montoliu, en catalán (la versión catalana de El cuerpo la publicará Edicions del Periscopi en verano).
En la trilogía Cegador, que junto a Solenoide conforma el núcleo duro de su obra, los recuerdos de su infancia y juventud funden lo visto, lo intuido y lo soñado en una lectura hipnótica que nos lleva a una realidad aumentada, distorsionada, grotesca y subterránea que resulta más verdadera que la mustia realidad amputada que nos sirven nuestros torpes cinco sentidos. Y el escenario orgánico donde todo sucede es Bucarest, una ciudad convertida por su mirada febril en un laberinto orgánico.