Almas y cuerpos, sexta novela del autor, se distingue de sus predecesoras (y sucesoras) por lo que algunos de ustedes habrán sospechado al leer las palabras “narrador intrusivo”. En efecto, amigos (ta-ta-tá): este es el libro posmoderno del escritor. Lodge rompe la cuarta pared aquí y allí para recordarle al lector que eso, por si no se había dado cuenta, es una novela, y los personajes, producto de su imaginación. Otros escritores ingleses arruinaron novelas perfectamente válidas con mimbres parecidos, pero en las manos de Lodge el artificio se torna juego, chanza íntima. “La novela no intentaba reproducir una ilusión perfecta de la vida subjetiva de los personajes, como las de Henry James y Virginia Woolf, sino experimentar con un estilo que, en efecto, comenzó a llamarse posmodernista y metaficcional, exponiendo la maquinaria de ficción en el acto de crearla. Estuve influenciado por novelas contemporáneas que admiraba, como Matadero 5, de Kurt Vonnegut, y La mujer del teniente francés, de John Fowles, y en aquel momento me pareció liberador en extremo, aunque uno no puede seguir escribiendo indefinidamente novelas de este tipo”.
Kiko Amat