Debido a su naturaleza enfermiza, pasó gran parte de su infancia en Suiza, alejado de un ambiente familiar opresivo, y más tarde en la ciudad de Lyon, para acabar regresando, ya con diecisiete años, de nuevo a París. Cursó el bachillerato con los jesuitas, en el prestigioso Lycée Henri-IV, institución que se precia de tener entre sus antiguos alumnos a personalidades de la talla de Alfred de Musset, Prosper Mérimée, Michel Foucault o el propio Jean-Paul Sartre. Anticlerical confeso, fantasea allí con la idea de consagrar su vida a Dios, vocación que se ve sustituida por la Filosofía, que acaba estudiando en la Universidad de París I y VII y en la École Pratique des Hautes Études, y que culmina con un máster impartido por el insigne filósofo y musicólogo Vladimir Jakélévitch y, finalmente, con una tesis sobre Fourier dirigida por Roland Barthes. Fiel a su promesa de no casarse ni dedicarse a la enseñanza, decide entregarse a lo que mejor sabe hacer: escribir. El éxito le llega de la mano de un ensayo, El nuevo desorden amoroso. Escrito a cuatro manos en 1977 con su amigo, el filósofo Alain Finkielkraut, el libro cuestiona la teología de la liberación sexual que se había impuesto desde Mayo del 68. Autor de más de una veintena de títulos, principalmente ensayos y novelas, llega a hacer un par de incursiones en el mundo de la literatura juvenil (una de ellas acompañado por las ilustraciones del aclamado pintor Hervé di Rosa). Sus ensayos y su activismo político no dejan indiferente al lector. En 1983, publica Le Sanglot de l´homme blanc (El sollozo del hombre blanco). Para entonces es ya un autor aclamado por la crítica francesa, y llega a obtener, en 1995, un Premio Médicis por su ensayo La tentación de la inocencia, un libro que denuncia el victimismo y el infantilismo que imperan en nuestra sociedad occidental. Su consagración como novelista llega en 1981 con Lunas de hiel, una lúgubre historia de pareja, convertida en película en 1992 por Roman Polanski. En este mismo año, 1992, publica su novela El buen hijo, pero solo en 1997 es finalmente reconocido con un Premio Renadout por su novela Los ladrones de la belleza, el claustrofóbico relato de un matrimonio encerrado en un refugio de montaña. Su obra no cesa de aumentar y de traducirse a multitud de idiomas, y es, en la actualidad, una de las voces más interesantes del panorama intelectual francés.
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