Ella, no obstante, siempre sostuvo que había nacido cinco años después, en 1862, y no fue este el único dato biográfico que falsearía. Hasta sus nietos creyeron que había sido la hija ilegítima de dos irlandeses que se enamoraron en el barco que los llevaba a Australia, cuyos nombres eran distintos a los de sus verdaderos progenitores. También cambió la profesión de su padre e hizo que pasara de carpintero a terrateniente. Esta ficción se gestó cuando Baynton se trasladó a Sídney después de que su primer marido la abandonara con tres hijos a su cargo. En 1890, al día siguiente de haber obtenido el divorcio, se casó con su segundo marido, Thomas Baynton, con quien empezó una nueva vida. Su ascenso social fue inmediato, y pronto algunos de sus relatos comenzaron a ver la luz en la revista The Bulletin. Seis de ellos se reunirían en la antología Estudios de lo salvaje, publicada en Londres en 1902, en Gerald Duckworth and Company, después de que varios editores australianos la rechazaran por sus descripciones poco benévolas de las regiones del interior del país. No hay en sus textos el más mínimo rastro de orgullo nacional, como tampoco esa exaltación romántica por la vida de los habitantes de las zonas más despobladas, que empapaba la literatura australiana predominante en la década de 1890. Su segundo marido murió en 1904, y ella comenzó a invertir en bolsa y en antigüedades, lo que derivaría en una pasión por el mundo de las joyas que persistió hasta su muerte. Publicó Human Toll, su única novela, en 1907, y en 1917 vio la luz Cobbers, una nueva antología de relatos que añadía dos a los ya recogidos en Estudios de lo salvaje. Durante la Primera Guerra Mundial vivió en Inglaterra, y en 1921 se casó con su tercer marido, el barón Headley. A pesar de la brevedad de su producción literaria, la visión personalísima de Barbara Baynton ha sido reconocida como una de las más significativas de la creación literaria australiana. Murió en Melbourne, el 28 de mayo de 1929.
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