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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Cather, Willa
Willa Cather nació en Black Creek Valley, cerca de Winchester, en Virginia, en 1873. Su familia era de origen galés y alsaciano, y cuando tenía nueve años se mudó a Nebraska, donde pasó su infancia rodeada de aventureros y campesinos de sangre ardiente, y donde conoció la vida de los pioneros.

En 1896 se mudó a Pittsburgh y empezó a trabajar en la revista femenina Home Monthly, y más tarde como crítica de teatro en el Pittsburgh Leader. Willa Cather comenzó a escribir tarde, a los 36 años, bajo el influjo de Henry James, cuyo estilo abandonaría pronto para adoptar una voz personal. Su primera colección de cuentos, The Troll Garden, se publica en 1905, y contiene alguno de sus relatos más famosos, como «El caso de Paul». En 1906 se trasladó a Nueva York, donde le ofrecieron un puesto para trabajar en la McClure’s Magazine. Sería en esta ciudad donde se estableciera con la que se convertiría en su compañera de por vida, Edith Lewis, a la que nombraría albacea literaria. Tras la publicación de su primera novela, Alexander’s Bridge (1912), su primer éxito fue Pioneros (1913), que narra la vida en la frontera, y que se integra en la llamada «Trilogía de la Pradera», que se completa con El canto de la alondra (1915) y Mi Ántonia (1918). La trilogía, influenciada poderosamente por la obra de la escritora Sarah Orne Jewett, cosechó un enorme éxito, y fue alabada por su capacidad de hablar con un lenguaje común de los asuntos de la gente humilde. Con Uno de los nuestros (1922) se alzó con el premio Pulitzer. Completan su producción La casa del profesor (1925), La muerte llama al arzobispo (1927) o Lucy Gayheart (1935). En 1940, en un clima de desánimo motivado por la posibilidad de intervención de los Estados Unidos en la segunda guerra mundial, Cather escribió su última novela, y la más oscura y amarga entre las suyas, Sapphira y la joven esclava que volvía a los escenarios de su infancia, y que se considera su testamento literario. La novela fue un éxito de crítica y de lectores, y marcó uno de los hitos de su autora. Reputada como una de las grandes damas de la narrativa norteamericana, murió en Nueva York en 1947.