Defoe tuvo una educación desordenada, viajó por Europa y Escocia e intentó abrirse paso como empresario, sin éxito. Hacia 1700 se estableció en Londres, tratando de vivir como periodista y libelista. En 1703, debido a un panfleto que escribió, titulado «El Camino más corto con los Disidentes», fue condenado a ser expuesto en la picota. La publicación de su poema «Himno a la Picota» provocó, sin embargo, que el público congregado alrededor del propio poste le lanzara flores en lugar de objetos dañinos y nocivos, y que bebiera a su salud. Partidario en principio de los whig, se pasó al partido tory, al que más tarde traicionaría convirtiéndose en agente secreto al servicio del gobierno whig. En 1704 fundó y dirigió The Review, donde expresó sus excepcionales cualidades como periodista (se le considera uno de los fundadores del periodismo moderno). Poco después de cumplir sesenta años se alejó de la actividad pública para escribir, en poco tiempo, las novelas que le reportarían fama y reconocimiento. Su Robinson Crusoe (1719), novela basada en la historia real del naufragio del marinero escocés Alexander Selkirk, le acarreó un éxito tan inmediato que Defoe se apresuró a escribir su continuación, Últimas aventuras de Robinson Crusoe, muy inferior, sin embargo, al primer libro en inspiración y fuerza representativa. En 1720 aparecerían las Memorias de un caballero y El capitán Singleton, y en 1722 El coronel Jack. En 1722 llega la segunda de sus obras maestras, el Diario del año de la peste, en el que Defoe evoca, mediante el artificio del diario de un testigo de ese acontecimiento, el flagelo de la peste que sacudió a Londres entre 1664 y 1666. Otra de las novelas inmortales de Defoe, Moll Flanders (1722), constituye un gran retrato de una mujer de vida aventurera y la primera novela de costumbres de la historia de la literatura inglesa. Daniel Defoe falleció en 1731, probablemente mientras vivía en la clandestinidad, huyendo de sus acreedores. Recibió sepultura en Bunhill Fields, Londres.
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