Con el fin de no perder su trabajo, publicó la novela que lo haría célebre, Historia y desventuras del desconocido soldado Schlump, bajo seudónimo. No se trataba de un libro revolucionario, pero sí pacifista, publicado por un editor judío de izquierdas, Kurt Wolff, en el que se ridiculizaba el patetismo nacionalista. Cuando los nazis llegaron al poder, quemaron todos los ejemplares del libro, que se consideró antigermánico, pero el autor se las arregló para esconder un ejemplar en una pared sin revelarle a nadie su identidad. Tras la guerra, las autoridades de la recién creada Alemania Oriental no le permitieron a Grimm seguir trabajando como profesor, a pesar de que sus alumnos testificaron a su favor argumentando que enseñaba valores de tolerancia y que hablaba de libros prohibidos durante la guerra. Nada de eso ayudó. Ni siquiera su estatus como autor de Schlump, circunstancia que podría haberle ayudado por primera vez y devolverle a su preciada vida como docente. En el verano de 1950, las autoridades ordenaron su traslado a Weimar. Nadie sabe lo que se habló allí. Grimm no dijo nunca una sola palabra sobre ello. Pero dos días después de su regreso de Weimar, el 7 de julio de 1950, se quitó la vida en su propia casa mientras su mujer se encontraba haciendo la compra. Historia y desventuras del desconocido soldado Schlump continuaría desaparecida durante más de ochenta años, hasta que Volker Weidermann, experto en libros quemados por los nazis, recuperara la única copia que Grimm, en su momento, emparedó esperando que la posteridad le hiciera justicia.
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