Vive con los ojos puestos en el fin de semana. Cada sábado bebe hasta caerse redondo, se mete en todas las peleas que encuentra y trata de llevarse a la cama a las esposas de sus compañeros. Sin embargo, pronto descubrirá que lo que cree que le hace libre constituye en realidad una cárcel, y que su existencia de rebelde tiene un lado oscuro cuyo rigor le es difícil imaginar.