“Lo primero que constata un editor de ficción que se lanza a la aventura del álbum ilustrado para niños es que nivel de calidad en el sector del libro infantil y juvenil es realmente estratosférico. España puede presumir de tener una industria potentísima en el campo de la literatura infantil y juvenil (LIJ) y la lucha día a día por un puesto en las mesas de novedades es encarnizada”, afirma Enrique Redel, cofundador de la editorial Impedimenta.
Esta realidad se ha podido apreciar durante estas tres semanas en la Feria del Libro de Madrid. Y uno la puede constatar al pasear por la sección infantil de cualquier librería. La oferta es amplísima y la calidad también.
Ya sea porque la literatura infantil, especialmente el álbum ilustrado, no sufre la competencia de los nuevos dispositivos digitales, porque los niños cada vez leen más y también les leen más, porque un libro siempre es un regalo maravilloso o porque, como explica Alice Incontrada, editora de la colección infantil de Blackie Books, “ha habido una reivindicación fuerte de la literatura infantil como literatura de calidad”; lo cierto es que la LIJ ha notado mucho menos el impacto de la crisis que vive el sector editorial y podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que vive una era dorada.
Editoriales jóvenes e independientes
Un ejemplo del crecimiento y el empuje que la literatura infantil tiene en el sector editorial es la continua creación de nuevas y pequeñas editoriales independientes que buscan hacerse un hueco en el sector. Veintidós de ellas se han reunido en torno a la Asociación Álbum, que busca visibilizar y reivindicar el potencial del álbum ilustrado como herramienta de promoción de la lectura, pero también como apoyo educativo en escuelas e institutos.
Fuera de la asociación quedan sin embargo editoriales aún más pequeñas. Editoriales que aún no pueden permitirse una caseta en eventos como la Feria del Libro y que tienen que seleccionar muy bien sus títulos, cuidarlos mucho y hacer uso intensivo de las redes sociales y de tácticas de guerrilla para hacerse visibles ante el público en un sector donde la competencia es feroz. Una competencia que no viene solo por las otras editoriales, sino también, como explican Carmen Moyano y Luis Larraza, fundadores de Bookolia, por la presencia de “otras formas de ocio que restan espacio a la lectura”.
Bookolia: Llegados del mundo de la edición y viendo la crisis como una oportunidad de cumplir un sueño que llevaba tiempo rondando sus cabezas, el de tener su propia editorial, Carmen y Luis fundaron hace tres años Bookolia, una editorial que cuenta con un pequeño y heterogéneo catálogo que tiene una característica en común: la calidad y el cuidado de todas las ediciones. En Bookolia sus fundadores publican los libros que a ellos, como lectores, les gustaría leer y contar a sus hijos. Libros entre los que destacan la colección Gol o penalti, “una selección gamberra, llena de anécdotas divertidas de futbolistas peculiares, de aquellos que jugaban al fútbol por el mero hecho de divertirse”, véase Higuita o Mágico Díaz; y pequeñas joyas como El Iglú o Edmundo ladrón de segundos. Y ojo que avisan: “El otoño se presenta cargado de novedades muy interesantes que estamos deseando enseñar”.
BiraBiro: Hace tres años también Oriol González y Mireia Guerola se lanzaron al mundo de la LIJ porque echaban en falta en el mercado libros infantiles “que no tuvieran otro fin que entretener a partir de la palabra y la imagen”. No es de extrañar, pues, que el lema de su editorial sea “leer por leer”. En su catálogo, afirma Oriol, priman obras “originales, divertidas, incluso un poco transgresoras o gamberras”, con las que pretenden acercar a los pequeños lectores a temas importantes sin por ello “caer en la condescendencia ni en fines didácticos forzados”. El ejemplo más paradigmático de su vocación es la divertidísima colección Los Quienqué, que mezcla cómics y libros-juego que hacen las delicias de los niños. Reconocen desde la editorial que no pueden permitirse lanzar una novedad cada mes (“ni creemos que sea bueno para el ecosistema editorial”), por eso, cuando publican un libro, tienen que seleccionarlo y cuidarlo mucho “para que este presente en el mercado más allá del mes que duran los libros en las mesas de novedades”.
La casita roja: Tras quince años de experiencia en el sector editorial Bárbara Serrano fundaba en 2016 La Casita Roja, una editorial especializada en libros visuales y cómics. En una entrevista reciente afirmaba que, para atraer a los niños a la lectura, “dado que su cultura es esencialmente visual y muchos se abruman si ven mucho texto”, decidió que todos los libros publicados por la editorial, incluso aquellos dirigidos específicamente a primeros lectores “fueran completamente ilustrados en color”. Y ahí entra su apuesta sin fisuras por el cómic, un género, afirma “a reivindicar”. Ejemplo de ello son los dos volúmenes de Caja, un cómic hilarante que ha sido todo un éxito de ventas en Alemania.
Emonautas: Teresa Arias y Eva Clemente se lanzaron en 2015 al mercado editorial, sin experiencia en el sector (“fue el propio sello el que nos fue enseñando”), con Emonautas, que cuenta ya en su catálogo con ocho álbumes ilustrados “hechos con cariño que tratan con mimo temas que nos interesan y que, además, pueden ser útiles como una herramienta de aprendizaje”. Hoy, ya con Eva en solitario al frente, desde la editorial, que se ha especializado en libros enfocados a la educación emocional (véase la colección Los tentáculos de Blef o el álbum Si yo tuviera una púa), aseguran que seguirán con esta apuesta en la que el editor “se convierte casi en un artesano del libro”.
Del público adulto al infantil
El auge de la literatura infantil se explica a su vez desde las editoriales, también en muchos casos pequeñas e independientes, que habiendo nacido enfocadas al público adulto no han dudado el dar el salto a la literatura infantil y juvenil a través de colecciones enfocadas específicamente para este público.
Impedimenta: Aunque no fue una línea de negocio “buscada”, Enrique Redel, cofundador de Impedimenta, reconoce que la colección La Pequeña Impedimenta les ha dado “enormes alegrías”. La muestra es que con apenas siete títulos publicados ya acumulan un Premi Llibreter, un Premio Kirico y dos premios en la Feria Bolonia, lo que demuestra la calidad de su catálogo y el cuidado de su edición. Afirma Redel que el criterio principal a la hora de seleccionar los libros del sello pasa por “el gusto, la curiosidad y el encanto del libro, más que su potencialidad como herramienta educativa”, un criterio que casa a la perfección con los principios de la editorial, que parten de la base de que “el libro ha de ser antes que nada un espacio de libertad, de lucha, un artefacto lúdico, que nos ayude a soñar, a divertirnos y también a evadirnos y a romper con las ataduras de la realidad”.
Blackie Books: Uno de los primeros libros publicados por Blackie Books como editorial fue El Libro de la fantasía, que reúne los mejores cuentos de Gianni Rodari. Después llegaron las historias completas de Pippi Calzaslargas, ambos como propuesta sin distinción tanto para niños como para adultos que, según Alice Incontrada, “funcionó muy bien”. Con ese comienzo no era de extrañar que la línea infantil de la editorial surgiese “como algo natural y espontáneo”. La colección de Blackie Books se caracteriza, como ya hemos visto, por rescatar grandes libros para todos los lectores (como ejemplo Gloria Fuertes o Babar, entre muchos otros), pero también, según apunta Incontrada, por “ no estar obsesionados con la novedad, por apostar siempre por el humor y una manera gamberra y tierna de explicar historias, lejos de la moraleja y de la moralina, y por tener un máximo respeto (y admiración) por los niños y los libros para niños”. Y ojo que tienen en su haber uno de los mayores éxitos editoriales infantiles de los últimos años: la saga de la maravillosa Casa de los Ratones.
Nórdica: Un texto magnífico permitió a la editorial Nórdica joven descubrir a la escritora noruega Maria Parr, autora de Tania Val de Lumbre. “Era tan bueno que había que incluirlo en la editorial referente en literatura nórdica y de ahí surgió la posibilidad de crear la colección, a sabiendas de que la literatura infantil tiene sus propios códigos y que no eran lo que utilizaba Nórdica”, afirma Susana Sánchez, responsable de la colección. Desde entonces han publicado una decena de libros más, entre ellos los Cuentos de la selva de Horacio Quiroga, con el que han conseguido el Premio Nacional al Libro Mejor Editado en 2017. Explica Sánchez que en otoño van a dar el salto a la producción propia con dos nuevos títulos, Atlas de mitología nórdica y Zampalabras. Ambos con el sello inconfundible de la casa: “Historias divertidas, locas y que nos gusten a todos, mayores y pequeños. Y si aprendemos cosas, mucho mejor”.
Patio: Plataforma Editorial tiene en Patio su sello infantil. “Teniendo en cuenta que en Plataforma publicamos muchos libros sobre educación, para padres y para docentes, que son en gran parte los que conforman el público de los libros infantiles, lo natural era abrir un sello de libros para niños”, argumenta María Alasia, editora de la colección. En su línea de libros para 0-4 años destaca su apuesta por autores consagrados como Édouard Manceau, Hector Dexet o Eric Hill; mientras que para niños de 4 a 8 años destacan álbumes ilustrados con gran poder visual como Un día perfecto, Ana y Valentina o el reciente En la playa. “En el patio los niños hacen lo que tienen que hacer los niños: jugar, asombrarse, descubrir, aprender. Los libros de Patio Editorial son libros que, sin buscar enseñar nada a los niños, los dejan aprender”, concluye Alasia.
Adrián Cordellat para El País.
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