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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

VERSIÓN PAPEL

ENCUADERNACIÓN
Rústica
FORMATO
14 x 21,8
ISBN
978-84-19581-81-5
PÁGINAS
264
PRECIO
23,95 €
EDICIÓN
COLECCIÓN
Impedimenta

Condé, Maryse

Victoire

La madre de mi madre

Traducción de Martha Asunción Alonso

Maryse Condé, autora de Corazón que ríe, corazón que llora y Yo, Tituba, la bruja negra de Salem, regresa a su isla natal de Guadalupe y a sus raíces para narrarnos la fascinante vida de su abuela materna, Victoire Élodie Quidal, una cocinera que se convirtió en una figura legendaria de su época. Victoire, cuya piel era de una «blancura australiana» y cuya destreza culinaria fue codiciada por la élite, pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en el templo de su cocina, que era como la propia Guadalupe, un crisol heterogéneo de razas en el que convivía la población negra, la mulata y los blanc pays que ejercían el poder en el archipiélago. En este complejo cosmos dominado por la hegemonía francesa, una cocinera criolla que apenas podía pronunciar el nombre de sus platos en francés consiguió convertirse en una de las personalidades más importantes de la isla guiándose siempre por una profunda convicción: ninguna labor es humilde si se aspira a la perfección.

Con una delicada fusión de memoria e imaginación, Maryse Condé reconstruye sus orígenes familiares en una obra profundamente emotiva y cautivadora. Un relato desgarrador que retrata la vida en Guadalupe en los últimos años del siglo XIX.

La prensa ha dicho

    Condé, Maryse

    La narradora Maryse Condé nació en 1937 en Pointe-à-Pitre, comuna francesa del archipiélago antillano de Guadalupe. Estudió en París y ha residido en diferentes países de África, especialmente en Mali. Falleció en abril 2024 en la pequeña ciudad de Gordes, al sur de Francia. Ver más

    «Una sabrosa y compleja mezcla de cultura caribeña, historia negra y vidas de mujeres corrientes.»

    -Publishers Weekly

    «Una vida marcada por pasiones culinarias, donde literatura y cocina se entrelazan en un solo arte.»

    -—Libération