Fue el primer gran reportero reconvertido en escritor; en 1908 tuvo un encuentro con una encantadora de serpientes que leía la fortuna con la ayuda de dos cobras, y fue entonces cuando adoptó el seudónimo con el que sería conocido en todo el mundo. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió como oficial de enlace francés para la División 42 de Infantería de los Estados Unidos, también conocida como Rainbow, y después de la guerra se mudó a ese mismo país para trabajar como corresponsal especial, cubriendo las campañas electorales del gobernador James M. Cox y del senador Warren G. Harding, y entrevistando a políticos, científicos y estrellas de Hollywood. Don Juan mundano, cantor de «la edad del cóctel», un Morand en versión pop, este Fitzgerald a la francesa fue alternativamente compañero de fatigas londinenses de Chaplin, cazador de tigres en tierras de maharajás, amante de Rita Hayworth y asiduo de las compañías transatlánticas en tiempos en que la jet set se llamaba smart jet. Al parecer, también inspiró a Hergé el personaje de Tintín. Su novela La Madona de los coches cama (1925) lo catapultó a la fama: fue traducida a más de veinte idiomas y vendió millones de ejemplares a lo largo y ancho del mundo. De toda su obra, que se compone de más de veinte novelas, también pueden destacarse La góndola de las quimeras (1926) y Macao, el infierno del juego (1938). Su popularidad fue tal que el New York Times llegó a denominarlo «el escritor francés vivo (y muerto) más vendido», y se llegó a acuñar el término dekobrismo para referirse a su peculiar forma de combinar elementos del periodismo y de la ficción realista. Murió en 1973 en París, de un ataque al corazón.
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