Ese mismo verano se enamoró de un prisionero de guerra alemán que estaba a la espera de ser repatriado. Durante seis años mantuvieron una intensa relación epistolar, pero, tras serle denegado a él en varias ocasiones el permiso para regresar a Inglaterra y contraer matrimonio con Beryl, la pareja dejó de escribirse en 1953. En 1954 ella se casó con el pintor Austin Davies, que sería profesor de Arte de John Lennon. Tuvieron dos hijos, pero acabarían divorciándose, y Beryl Bainbridge tendría una tercera hija con el novelista Alan Sharp. En 1958 intentó suicidarse metiendo la cabeza en el horno de gas. Según sus propias palabras: «Cuando una es joven tiene esos altibajos». Empezó a trabajar como actriz, y en 1961 apareció en un capítulo de la serie Coronation Street, donde interpretaba a una activista que luchaba contra la apertura de nuevas centrales nucleares. Fue por entonces cuando empezó a dedicarse a la literatura, en principio como simple entretenimiento. Sus primeras novelas fueron muy bien recibidas y tuvieron gran éxito entre los lectores, pero ella no obtuvo grandes ingresos derivados de sus ventas. Su primera obra, Lo que dijo Harriet, fue escrita en 1967. No obstante, no vería la luz hasta 1972, pues muchos editores la rechazaron por considerarla inmoral. Uno de ellos llegó incluso a afirmar que las protagonistas eran «increíblemente repulsivas». En 1974 ganó el Guardian Book Prize por La excursión, y en dos ocasiones se alzó con el Premio Whitbread: en 1977 por La cena de los infieles, y en 1996 por Sálvese quien pueda. En 1998 recibiría el James Tait Black Memorial de ficción por Master Georgie, obra que sería merecedora en 1999 de dos premios más, el Commonwealth Writers Prize y el WH Smith Literary Award. En 2000 fue distinguida con el título de Dama del Imperio Británico (DBE), concedido por la reina Isabel II. En 2003 recibió el premio David Cohen de Literatura, y en 2008 The Times la incluyó en la lista de «Los 50 escritores más importantes desde 1945». Falleció de cáncer en Londres en 2010. A su muerte, The Guardian la calificó como «un tesoro nacional».
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