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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Mente a juicio. «Un plan sangriento», de Graeme Macrae Burnet

Mente a juicio. «Un plan sangriento», de Graeme Macrae Burnet

El escritor escocés Graeme Macrae Burnet (1967) vuelve a sustituir la tinta de su pluma por sangre para relatarnos una historia que gira alrededor de un triple asesinato, siguiendo de esta forma su línea de autoría comenzada con su primera obra The Disappearance of Adèle Bedeau, ganadora del premio Scottish Book Trust New Writer Award en 2013.

Amazon y la librería de Babel

Amazon y la librería de Babel

Aprovecho la ocasión para sugerirles que no dejen escapar su último libro publicado en nuestro país, de la mano de una editorial de cabecera como es Impedimenta, y que acabo de leer con sumo deleite: Diario de Italia,

CORAZÓN QUE RÍE, CORAZÓN QUE LLORA y LA VIDA SIN MAQUILLAJE

CORAZÓN QUE RÍE, CORAZÓN QUE LLORA y LA VIDA SIN MAQUILLAJE

Maryse Condé nació en 1937 en Guadalupe, en una familia negra de clase alta educada en el amor a la cultura y la sofisticación francesas. Un amor voluntarioso y tenaz que no se arredraba ante el racismo evidente que sufrían cada vez que iban de vacaciones a París. En Guadalupe los consideraban unos arribistas soberbios, traidores de su raza, mientras que en París, los camareros de los restaurantes de lujo en los que cenaban les elogiaban su buen dominio del francés con un cumplido que para ellos era una herida en su identidad de franceses, tan duramente conseguida, que ningún francés blanco estaba dispuesto a aceptar

CORAZÓN QUE RÍE, CORAZÓN QUE LLORA y LA VIDA SIN MAQUILLAJE

CORAZÓN QUE RÍE, CORAZÓN QUE LLORA y LA VIDA SIN MAQUILLAJE

Maryse Condé nació en 1937 en Guadalupe, en una familia negra de clase alta educada en el amor a la cultura y la sofisticación francesas. Un amor voluntarioso y tenaz que no se arredraba ante el racismo evidente que sufrían cada vez que iban de vacaciones a París. En Guadalupe los consideraban unos arribistas soberbios, traidores de su raza, mientras que en París, los camareros de los restaurantes de lujo en los que cenaban les elogiaban su buen dominio del francés con un cumplido que para ellos era una herida en su identidad de franceses, tan duramente conseguida, que ningún francés blanco estaba dispuesto a aceptar.